San Miguel Zozutla Puebla México
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Una historia de velas, un güipil y pulque…
Cuentan sus descendientes, que en tiempo de la revolución, los revolucionarios luchones por mejorar las causas y castigar a los causantes de desajuste social, al llegar a un pueblo, arrasaban con todo lo que les fuera útil para continuar su lucha. Tanto le llegaban al maíz almacenado, como a las cabras y borregas que utilizaban para el alimento. De encontrarse mezcal, la borrachera seria con mezcal, o si fuera tequila, vino o sotol, dándole gracias a la Virgen, agradecían lo encontrado como dadiva de lo alto y divino como apoyo a la revolución. Los habitantes toleraban mucho y apoyaban a la causa, y con una carabina 3030 a la cabeza, lo hacían con más gusto que disgusto. Pero en San Miguel Zozutla no esperaron a contribuir con los revolucionarios que, con el apoyo del pulque o sin él, tomaban sin pedir, las mujeres que a su paso encontraban. Cande, siendo una jovencita hermosa, fue motivo de preocupación para sus padres quienes, en un momento, la enviaron a otro pueblo remoto para protegerla de la revolución y los revoltosos revolucionarios. La joven en su momento, cuando la revolución llegaba a su fin, inicio el camino de regreso a su pueblo y fue ahí, que la apicultura y la abuela Cande tuvieron su encuentro. Los revolucionarios no se llevaron su honor, pero las abejas le robaron el corazón…
En el camino se ve a la joven Cande con un bulto cubierto de su güipil. Camina sin saber que rompía paradigmas y forjaba futuros, transita sin saber que deja su huella y vereda a seguir, peregrina como una Maria con su hijo Jesús sin saber dónde colocarlo, y lo deposita en la misma esencia y cepa de aguamiel para iniciar una industria y herencia de tradición y arraigo.
La joven Cande encuentra un enjambre en un maguey y curiosa por naturaleza, toma su güipil y envolviendo el enjambre, lo arrebata del maguey para envolverlo como si fuera un bebe y caminando muchos kilómetros, al llegar a su casa, lo deposita en un Mezontete que en náhuatl, significa el maguey que, habiendo sido víctima del tlachiquero con su ococote, con una succión fuerte, el hombre con su calabaza hueca, saca el líquido viscoso y dulce que se deposita en el cajete previamente hecho en el centro del maguey. Cajete es la oquedad realizada en el centro del maguey para la producción de aguamiel. Mezontete que en náhuatl describe al tronco del maguey el cual es empleado para formar la cavidad como cajete donde se recolecta el aguamiel. Una vez seco es empleado por las abejas para la formación de panales de los cuales se extrae la miel. También se utiliza para usos ornamentales, almacenamiento de grano, abono y combustible. Deriva de las raíces metl-maguey, tzontli-cabello y tetl-cosa dura o piedra. El “Cabellos Duros del Maguey” o mezontete, semeja una cabellera en el tronco del maguey.
Desde ese momento, la vida de la Abuela Cande y su familia se transformaría.
La abuela caminaba en las llanuras que en aquel momento, estaban prácticamente libres de contaminantes para buscar enjambres. Cuentan que la abuela Cande de inicio, lo que buscaba y le atraía de las abejas era su cera, misma que utilizaba para hacer velas rusticas que, durante los días de los santos difuntos vendía para complementar sus ingresos.
La abuela Cande tenía un extraño y hermoso ritual donde, cada año o temporada de miel, sacaba sus pencas y con gusto, compartía con toda la comunidad pero, con la condición de que le regresaran la cera después de haber masticado las pencas de miel.
Me imagino el panorama a mediados del siglo pasado, donde en un pueblo viejo y de costumbres y arraigos fuertes, un grupo de niños, mujeres y viejos, se reúne frente para festejar la dulzura de la miel. Juntos ríen y platican mientras se deleitan de la miel que la Abuela Cande extraía. Me imagino que la miel tenía valor y no era por falta de mercado que lo hacía; veo un corazón noble y emprendedor que es respetado hasta este día. Un corazón que trasciende generaciones y mancha de sabiduría e industria sus descendientes. Veo una distinguida abuela que la historia ha olvidado y de su camino y caminar, solo quedan recuerdos vagos…
La familia de la Abuela Cande vivía de producir pulque, velas y miel. A menudo, la abuela se le veía caminar entre el monte sin velo, ni guantes ni ningún tipo de protección, y al encontrarse con sus abejas, platicaba y les hablaba mientras las trabajaba. Ella en ocasiones dormía enseguida de sus abejas en el campo porque entendía el momento de su enjambrazón y esperaba que los enjambres salieran para capturarlos en su güipil y llevarlos a un lugar seguro.
Me platica Antonio Guadalupe Hernández;
- “Y así pasaron los años hasta que un apicultor de puebla llego a la casa de mis tíos, para ese entonces mi abuelito ya había fallecido, pero la abuelita Cande todavía vivía, este apicultor ya manejaba las cajas modernas y uno de mis tíos era carpintero y él hizo las cajas y pasaron sus abejas a cajas modernas, el oficio lo aprendió rápido mi tío, el carpintero y mi papa”
Hoy en día la familia de la Abuela Cande continúa con la apicultura. Son varios hijos y todos de alguna forma siguen trabajando la apicultura. Las generaciones ahora trabajan con modernos equipos, y exitosas cosechas.
Se dice que hoy en día, las mujeres aun cargan en su bolsa un güipil, y los hombres de la familia conservan mezontetes en sus jardines por si acaso un enjambre pudiere llegar.
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