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El Gobernador amigo de gorriones.

Foto del escritor: aureliopaezaureliopaez


Hace ya más de medio siglo, cuando siendo mi padre un funcionario de primer nivel para el gobierno del estado de Chihuahua, que visitaría el palacio en un día de navidad con algún asunto oficial. El enorme palacio estatal de hermosa arquitectura tenía gorriones que anidaban entre sus columnas y gárgolas, y tenía un gran gobernador que por su sencillez fue querido entre la gente. Fue un día 24 por la tarde, cuando la mayoría de las familias celebran, que mi padre me hiso acompañarlo a atender una llamada por parte del gobernador. Mi padre entro a la oficina oficial –el “Salón Rojo”, como es conocido, y yo permanecí en los pasillos del segundo piso. Ahí, yo un niño aun, me entretenía viendo los gorriones que volaban en aquel palacio como si fuera de ellos. Yo corría de un lado a otro observando entre murales, cantera y mármol el escándalo de aquellos seres alados. Mientras observaba detenidamente, una voz masculina me pregunto;

- “Y que haces aquí”

- “Observando gorriones y murales.” – le dije

_”Esos gorriones son míos, ¿sabías?” – y volteando mi rostro para ver quien platicaba conmigo, me di cuenta que era Don Manuel Bernardo Aguirre, hombre de campo, cabal y sincero, gobernador del estado, senador de la república, diputado y ministro de agricultura en algunas otras administraciones federales. Yo, cabal de su presencia e investidura, pero con la inocencia de un niño le dije;

-“Los gorriones no tienen dueño, son libres y no necesitan permiso para cantar donde ellos gusten”

Don Manuel, me miro con curiosidad, se acercó a mí, y me dio un abrazo y me dijo;

-“Feliz navidad, y que Dios te mantenga así por mucho tiempo”, y después de platicar sobre los murales y sus significados por unos minutos conmigo, se metió la mano a la bolsa, y sin saber que yo era hijo de uno de sus funcionarios, me regalo un billete de 500 pesos. En aquel entonces un obrero ganaba apenas eso en toda una semana de trabajo. Al retirarse, me pidió que le pidiera a Dios por él.

El gobernador se tomaba el tiempo para gobernar de forma legítima y pura, y abrazaba y le daba su amistad y lecciones de historia a un niño desconocido, - y eran los gorriones sus amigos.

La vida puede ser cruel y hermosa, pero nunca aburrida.

Hace ya casi 4 años desde la muerte de mi padre; mi padre dejo de existir en 25 de Diciembre de 2014.

Seria en menos de un mes del fallecimiento de mi padre, que a consecuencia de un accidente, mi vida cambiaria.

Volteando a ver el pasado y mi vida, me doy cuenta que la intención de nuestra vida y existencia es lo que puedes sembrar y cosechar sin poder darte el lujo de cambiar. Vives la primera etapa de tu vida cosechando lo que tus ancestros sembraron para ti, la segunda parte vives sembrando con tu caminar lo que en tu vejes cosecharas. La vida después de todo, es el campo donde siembras lo que espigaras y es la vida, la única siembra que no te permite reinventar, modificar o mejorar tu método e incluso abonar.

Mi padre murió de enfisema pulmonar poco a poco y de un golpe abrupto, como un gran roble que se tala; se extermino su existencia. Aun me apego al espacio que dejo en mi corazón donde su sombra me cobijaba de las inclemencias del sol, aun busco sus formidables ramas, viven en mi la cantera y los murales que albergaban canticos de aves, frutos para mi alma y ungüentos para mis heridas; aun busco la voz de mi padre entre el viento y el aire seco del desierto. Como medida o ejemplo, me queda el recuerdo de mi padre y del gobernador amigo de los gorriones y del niño solitario que osaba caminar en su palacio –y me avergüenza la historia después de ellos.

En esta navidad, a las almas que estarán pasando por algún problema, donde posiblemente tengan un ser amado que ya no está, o que parece que el mundo se les ha venido encima; no pierdas la fe, que existe la esperanza. Observa la creación pero no olvides a tu Creador y recuerda que después de todo, somos tan solo almas que deambulan entre canteras, mármol y murales y el viento del desierto cargara nuestro recuerdo.

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