
En un yunque, el acero se forma, se deforma, se endereza y adquiere la figura que el martillo exige; a base de golpes y calor, golpes y más golpes, golpes luego el agua fría, adquiere su dureza, su fortaleza… del yunque emergen las herramientas que alimentan, construyen, cimentan y forman.
Hoy me ha tocado ver a través de mi ventana como llego mi tractor en manos de Cristóbal. Observando con abundante tiempo que desde una silla de ruedas tienes el lujo de tener, remontaban mis pensamientos hacia el momento que concebía la idea. Un tractor exclusivamente para trasportar colmenas era el objetivo. Consiguiendo piezas en los deshuesadoras, de varias máquinas, un viejo sabio de las tuercas y tornillos, logro medio construir mi concepto.
Los sueños llegan muchas veces a tu ventana, tu vida o entorno, o son tuyos, nuestros, o de ellos, pero son de alguien… mi tractor solo lo vi llegar a mi casa a través de mi ventana, como aquella remota visión empañada del amigo de tu infancia que esperabas; del día que se va entre auroras y atardeceres hermosos.
El día de mi accidente, entre mis intervenciones quirúrgicas, me vi en una cama de hospital, rodeado de mis seres queridos, y ahí, entre ellos, estaba también Cristóbal. Todos estaban preocupados por mi salud y bienestar. Cristóbal -de pocas palabras, al acercarse me dijo; “usted me dice cuando me pongo el traje”. El significado del mensaje lo entendí sin necesidad de más palabras; eres mi hermano, tienes necesidad de un amigo, y aquí estoy… tus abejas las atiendo yo, descansa, no te preocupes más…
Cristóbal ha estado esforzándose después de su empleo de paga, a apoyarme en todo lo que puede, y por estos meses, el cuida de mis abejas, sin pedir o recibir.
Para los que me han preguntado, mi accidente fue así; después de un golpe, revolcada y caída, termine con la espalda al suelo, conformándose al contorno del terreno. Al abrir los ojos, sentía las ramas y troncos debajo de mi espalda, ahí donde había caído. Con dificultad intentaba encontrar una posición más cómoda para mí, y utilizando mis extremidades en el intento, me di por enterado que mi pierna no me respondía bien. Levante mi pierna, y donde debería de haber estado el pie, entre la pantorrilla y el tobillo, observe dos huesos expuestos grotescamente rotos. Mis tendones, músculos, y piel, se habían retraído hacia la pantorrilla como un gran calcetín de masa viva, los huesos que deberían estar blancos, estaban pintados con un tinte hecho de sangre y tierra. Mi pie, era arrastrado, aferrándose por una tira de tendones… arrastraba 13 fracturas principales, un faltante de hueso que se perdió en la caída pero, que mi hijo vio a su perro, en el lugar de la caída, deleitarse con un hueso. Dos docenas de micro fracturas, y un 5% de posibilidades de que no se me ampute la pierna.
-Golpes y fuego, yunque y golpes, fuego y más fuego, golpe tras golpe..
De niño, teníamos como vecinos una familia de herreros. Eran famosos por su profesional trabajo, pero una actividad en particular, los hacía famosos entre los albañiles, carpinteros, y todo artífice; conocían el arte de templar metales, o forjar acero. Un acero débil, después de salir de la forja, puede tener durezas increíbles que sirven aun para cortar otros aceros. Ahora comprendo los golpes, el calor de la forja, la acción del marro contra el acero apoyándose de un yunque, no necesariamente por las obras de herrería de aquel lugar, sino porque estamos todos destinados a pasar por la forja en nuestras vidas y a fuerza de golpes, adquirir la templanza para soportar la vida.
-Golpe del marro sobre el metal rojo de caliente, chispas que iluminan el momento, golpe, sudor, golpe… golpe; una nueva forma, nace una nueva herramienta…
El ser humano, así como el acero, es llevado por los vientos del destino, a sufrir terribles tragedias y desgracias, pero el fuego a donde somos llevados, nos refina, quema todo lo malo en nosotros, nos templa, nos madura… Los golpes y el calor en manos del herrero, son los instrumentos que transforman trozos de metal, en arados y herramientas. Y salimos victoriosos siempre y cuando la victoria sea la meta en nuestra carrera, palabra en nuestro diccionario.
-Golpes y fuego, yunque y martillo, fuego y agua… golpes y golpes, golpes…
Los sueños los tejes entre tu consciencia, y los materializa tu existencia. El día de hoy, vi llegar mi tractor producto de mi sueño, mas ahora no estoy capacitado de vivir en mis manos su poder, su habilidad, su utilidad. No se rajen, no son los golpes el objetivo, es la cosecha que la oz de acero hará posible! Somos arados, somos instrumentos de trabajo, somos quien quiebra la tierra para echar la semilla… Con dolor les digo que tal vez no me toque más que ver a distancia los logros y lo que la semilla del conocimiento que se ha sembrado desde mi teclado, y se transforme en miel, abejas y gusto por la apicultura en ustedes; así como yo veo hoy mi tractor desde la ventana.
El sembrador de sueños corre el riesgo de quedarse en las nubes, y en las nubes corres el riesgo de nunca más querer aterrizar. Mas te digo que con sudor y dolor sembramos, regamos, fertilizamos y aramos la tierra, utilizando como arado huesos rotos, y levantamos los surcos de una mejor apicultura porque estamos atados a la tierra y a su hermosa gente. Nuestro acero ha hecho puentes para que el apicultor salga de su isla, tractores para trabajo, carretas para el transporte.
Gente brava, gente de bronce, gente noble y trabajadora, gente de miel y cera no desmayemos, que así se forja el acero…
Comments