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La apicultura en crisis; ¿Somos los apicultores los culpables?

Foto del escritor: aureliopaezaureliopaez

Existe una tendencia en la apicultura que habla mucho sobre el tamaño de las celdas, su manipulación y los problemas que esto ha causado a través de los últimos años en los apiarios. Se dice que el tamaño de la celda ha permitido muchos de los problemas modernos de la apicultura, y proponen el retorno a la celda pequeña – que es la natural, para permitir que las abejas mismas, retornando a su estado natural, hagan un control biológico y no uno de utilización de químico por parte de los apicultores.

Al estudiar la tendencia y sus argumentos, nos damos cuenta que el tamaño de la celda actual, la que se utiliza en la mayoría de los apiarios, obedece a la teoría del científico francés Jean-Baptiste Pierre Antoine de Monet, Chevalier de Lamarck, a quien simplemente se le conoce como Lamarck. Lamark fue la autoridad máxima de la zoología invertebrada.

Un poco de historia

Fue en Alemania, en el año de 1842 que Gottlieb Kretchmer inventaba la primera máquina estampadora de cera, que aunque similar en función a las que tenemos hoy en día, eran deficientes y complicadas. Un sueco de nombre Jean Mehring, en 1857 mejoro la técnica pero, no fue sino hasta el 1876 que A.I.Root en USA utiliza la primera máquina estampadora que utilizaba rodillos metálicos. Después John Long, D.S. Given, y E.B. Weed, produjeron avances que nos acercarían más al sistema final. Ya establecido el sistema, fue que en el año de 1891 en Bélgica, se produjo la cera estampada que arrojaba 920 celdas por decímetro cuadrado, bajo la creencia que entre más celdas se produjeran, mejor sería la producción. El intento de mejorar la apicultura con la creación de celdas más pequeñas, solo arrojo malas abejas y sentó el precedente para un cambio hacia el otro lado del original. Fue el profesor U. Baoux quien propondría que las abejas entre más grandes serian mejor, y que, con el uso de la teoría de Lamark, utilizarían la manipulación biológica para generar abejas más grandes. De 920 celdas por decímetro cuadrado, se bajó a 750 en el mismo espacio, arrojando abejas más grandes, más vigorosas y equipadas para volar más lejos para obtener más y mejor producción –según ellos.

Esta cera estampada es la que hasta este día utilizamos, pero, ¿Cuál es el problema?

Desafortunadamente existen evidencias que nos dicen que, desde que se logró la creación de la celda grande, las abejas mutaron y se hicieron más grandes y con ello, se inició una vulnerabilidad y susceptibilidad a las enfermedades y parásitos que, las abejas ya habían logrado vencer a través de los siglos de existencia. Esencialmente hemos creado una clase de abeja antinatural que no puede combatir las enfermedades de forma natural.

De acuerdo a los proponentes de la celda pequeña, al estudiar la historia de las enfermedades y la mutación artificial de las abejas con la creación de la celda grande, nos daríamos cuenta que es fácil correlacionar ambos eventos. Según los proponentes de la celda pequeña, la mutación en el tamaño del cuerpo de la abeja, la ha hecho más susceptible a los ataques de ácaros y parásitos.

- “Desde los experimentos de Huber en 1971..., los apicultores han mutado artificialmente las abejas, arrojando un cuerpo artificialmente mas grande.” (GROUT, 1931). Uno de los grandes problemas con este nuevo esquema, es que las abejas, habiéndose adaptado y evolucionado con flora y fauna a la par, ahora se encuentran en el viejo mundo, pero en cuerpos menos agiles, más partidarios a enfermedades y más consumidores de recursos. Muchas de las plantas que alimentaban las abejas, ahora no permiten el pecoreo porque sus cabezas y lenguas no alcanzan el néctar y muchas de ellas, es posible que se hayan exterminado por una falta de una propia polinización. (CHESHIRE, 1888; GEORGANDAS, 1968)

La nueva dieta (mucha de ella artificial), ha instituido una nutrición inadecuada creando generaciones enteras de abejas mal nutridas y ahora con su nuevo cuerpo; fuera del elemento que les permitió evolucionar junto con las demás especies. Una mala nutrición agrega una deficiencia al sistema inmune de las abejas.

Los medicamentos de laboratorio utilizados en la apicultura moderna en lugar de tratamientos orgánicos o a través de un manejo integral natural para el control de enfermedades, han causado desórdenes neurológicos. El remplazo de reinas por ellas mismas, la muerte de cría, ácaros resistentes a los tratamientos, y la contaminación interna del perfecto balance en el que se debe encontrar la colmena, han dejado colmenas no aptas para funcionar de forma apropiada para combatir enfermedades y ácaros. (CHANEY, 1988).

No es que esté de acuerdo o en desacuerdo con la propuesta de que la apicultura está en crisis por haber adoptado, manipulado o causado artificialmente una mutación que afecta el tamaño de las abejas. Tampoco puedo decir que doy la razón o peleo en contra de la propuesta, pero en mi caso, y suplico al cielo que también sea para otros, lo que pasa es que me encuentro en una vereda desolada tratando de encontrar la causa de nuestro fracaso como industria apícola. Como gremio, somos muchos los que perdemos muchas colmenas y que aunque mantengamos el nivel de varroa y enfermedades bajos, alimentemos a tiempo - y destiempo en ocasiones; aun así perdemos nuestras abejas y muchas veces, de una forma aceleradamente preocupante. La industria como tal, -según yo, se encuentra en una trayectoria que no permite más que ver un gran muro en el que nos impactaremos de súbito y sin retroceso. O evolucionamos y nos adaptamos a los retos luchando contra los enemigos de una forma y causa de sobrevivencia y estrategias cuasi militares; o colapsaremos y desapareceremos como industria en unos cuantos años. El reino alado invertebrado está en crisis y nosotros junto con ellos.

Según los proponentes de retornar a la celda pequeña, nos dicen que el haber causado una mutación o creado una abeja más grande, eso ha abierto una Caja de Pandora, que debido a que la abeja no ha llegado con su presente estado de evolución preparada para contender con las múltiples enfermedades, puesto que todavía está tratando de adaptarse tanto a las floraciones como enfermedades y parásitos que, ahora no puede alcanzar por ser morfológicamente diferente a lo que la evolución natural permitió. La “Caja de Pandora se ha abierto” – dicen, y ahora, estamos en serios aprietos que derivan desde el más profundo de los códigos del ADN con que la abeja fue creada. Ahora – si estamos de acuerdo con los proponentes, debemos una explicación a la humanidad porque somos nosotros los que estamos acabando con las abejas.

Si, de acuerdo a sus ponencias y teorías, estaríamos nosotros al nivel de MONSANTO y BAYER, que, jugando a ser Dios, jugaron y alteraron la genética de lo creado por el solo propósito de una ganancia económica. Ahora la celda de la obrera se simula a la celda original del zángano y eso –dicen los proponentes, nos ha causado el problema de colapso de las colmenas en el que nos encontramos.

La premisa apícola universal de medidas de las celdas silvestres nos dice que; 5 por 1; celdas de obreras y 4 por 1; celdas de zánganos.

Las celdas deberían de medir 5 en cada pulgada para las obreras, y 4 por pulgada para los zánganos, pero con la manipulación del tamaño de la celda, las medidas se han disparado al gusto de los fabricantes de los equipos de estampado de cera. Ahora hemos creado o alterado el orden del fino balance con celdas que llegan a medir hasta 3.5 celdas por pulgada para las obreras.

El apicultor ha fallado en la percepción y concepto de sus animales, y a mezclado lo aplicable a otras actividades ganaderas al aplicar la fórmula de; “entre más grande es mejor…” A todos los que hemos tenido algún animal de granja, nos gusta siempre ver los borregos más grandes, las vacas con mayor capacidad de producción de leche y carne, y en general, entre más grande sean, mejor. – Pero no es así en la apicultura.

Tanto en la ganadería como en la agricultura, las tendencias han sido el de crear plantas y animales cada día más grandes, incluso entre los individuos, la predisposición es de aceptar nuestros liderazgos basados muchas veces en el físico de la persona.

Mi experiencia

En el foro veras a menudo, las fotografías de mis colmenas tipo Kenia, marimba o “top bar”. A mí me han sorprendido mucho cada una de mis colmenas que conservo en ese tipo de equipo, equipo que es mínimo, nada sofisticado y que, a propósito, no hemos alimentado, ni cambiado las reinas, ni se han tratado contra ninguna enfermedad. Lo increíble es que esas colmenas producen bien, más bien, producen mucho y no exigen nada… En parte creo yo que se debe principalmente a que en ese tipo de apicultura, se le permite a las abejas hacer sus nidos y manejarse de acuerdo a lo que a ellas les funciona, no existe ninguna cera estampada y la manipulación es mínima y solamente para cosechar. Una de esas colmenas nos sobrevivió más de 6 años, y no fue sino hasta el momento que un amigo mío me ofreciera un súper billete por la colmena que la colmena; desapareció de mi vida. La colmena aún sigue – después de 9 años, y produce dos o tres núcleos por año, produce miel y no pide nada a cambio. Otro de los factores pudiera ser el diseño de mi cajón que, debido a que no existe un estándar aceptado como universal, yo me di a la tarea de seguir el sentido común e instinto de apicultor viejo – mi sentido común e instinto de viejillo, y siguiendo los prismas y geometría de los mismos panales, hice mis cortes para la creación del cajón, siguiendo la geometría interna y que las abejas mismas dictan en su propia arquitectura. Otro factor a considerar es que utilice madera de cedro rojo. Esta madera es corriente y barata y se utiliza como material para hacer cercos en el suroeste de USA y la frontera USA/México. Esa madera, por sus aceites esenciales, repele a la termita y otros insectos que afectan la madera y se me hiso lógico que, si las abejas lo aceptaban, sería el material perfecto para hacer cajones; y resulto exitoso. Un cajón Kenia lo puedo fabricar con unos $300.00 pesos máximo y terminan como piezas de decoración que, los pseudo apicultores o apicultores decorativos gustan tener y, que son mis clientes favoritos para ese tipo de colmena.

En una industria apícola moderna donde se nos ha olvidado los básicos, el manejo integral, los preventivos naturales, y más que todo el amor a la naturaleza y regalo de Dios. Una industria donde solo queremos ver producción y miel, miel y dinero y más dinero, donde estamos predispuestos a meter químicos sin razonamiento de prevención o tratamiento y solo hacerlo “porque Fulano así lo hace y funciona”. En una industria donde alimentamos solo por alimentar, damos esto y lo otro a nuestras colmenas sin una analogía o lógica del “porque y para que”, y hacemos solo porque así se ha hecho siempre. Se nos ha entrenado a responder con docilidad y servilismo a cualquier cosa o sistema que denote autoridad, o algún tipo de “educación” y ya no retamos o cuestionamos los bramidos y directrices que salen de algunas de estas “enseñanzas”. Aquí en esta industria donde no nos gusta instruirnos, donde la educación es solo una monserga y se le tacha al maestro como de patán y arrogante por solo hacer el intento de compartir y educar. Aquí donde hemos dejado la historia a un lado, y haciendo menos el valor de reconocer el pasado y sus errores para no volver a cometerlos, aquí, hemos tomado la cera estampada como antecedente de producción y referencia a las ganancias.

Pero la cera estampada tiene problemas y el descuido, ignorancia y “sabelotodismo”, no nos ha permitido ni siquiera el explorar alternativas y criterios que funcionan mucho antes de que fuéramos más que un pensamiento en la mente de nuestros padres.

Vivimos en una sociedad donde todo debe de ser instantáneo, donde queremos resultados inmediatos, donde aún las relaciones humanas son desechables y transitorias, donde una bala debe de matar todos los monstruos y donde el enemigo siempre es el vecino y nunca el que nos encontramos frente al espejo.

Es aquí mismo, en esta industria, en donde saldrá la respuesta o mazo que quebrara el grillete que nos aprisiona.

En el futuro, si la apicultura va a sobrevivir, sobrevira con el uso de sistemas y controles biológicos, donde por medio de la selección de abejas resistentes al varroa y enfermedades sea la solución y no más en el uso de más químicos, aceites esenciales, reinas adictas y mal formadas, alimentación artificial y áreas de pecoreo contaminadas.

Un solo tamaño de celda no resuelve nada, las abejas según el hemisferio, paralelo y zona, hacen sus celdas de acuerdo a sus necesidades y genética.

En el Apis Cerana, el varroa solo ataca las celdas zanganeras, nosotros con el nuevo tamaño de celda, hemos imitado las condiciones en las que el acaro varroa desarrollo. Otro de los argumentos muy validos de los proponentes de la celda pequeña, es el hecho de que con el aumento de tamaño de las abejas el acaro del tórax, ha encontrado la forma de infestar las abejas porque el nuevo tórax permite la entrada de más bichos que antes no tenían la forma de hacerlo. Ellos indican, que con instalar celda pequeña de 5.0mm, la mortandad de las colmenas por el acaro del tórax se estabiliza, y al instalar la celda 4.9mmm la colmena elimina el problema. Las abejas instaladas en bastidores de celda 4.9mm, demostraron menos propagación y casi la eliminación del varroa. Esta afirmación por parte de los proponentes, fue tomada como reto y haciendo experimentos bien documentados, el amigo, apicultor y científico Randy Oliver obtuvo los mismos resultados de sanidad de sus colmenas en las que experimento. Aunque Randy dice que no sabe a ciencia cierta por qué se obtuvieron buenos resultados; los resultados fueron positivos.

Y si se controla el varroa y el acaro del tráquea, como estos ácaros son vectores de otras enfermedades, muchas otras enfermedades se controlan –sin intervención por parte del apicultor. Con los cruces de razas que la apicultura moderna ha exigido y permitido, las abejas cruzadas, son más grandes y necesitan celdas más grandes. Y con ello, tenemos más enfermedades – dicen los proponentes.

Hoy en día, los fabricantes de materiales para estampar cera, nos han dejado celdas de hasta 5.7mm y, en la naturaleza, encontramos que una colmena con abejas puras y silvestres, tendrán celdas para los zánganos que miden entre 5.17mm y 5.35mm, atrayendo así a los ácaros. (Baudoux, Bélgica 1989)

En una edición del ABC & XYZ de la apicultura E.R. Root del año 1913, dice que las celdas miden 4.7mm y esas celdas solo se encuentran hoy en día en colmenas silvestres en la costa del golfo de México. En la mayoría de las colmenas silvestres que están por debajo de los 3500 metros sobre el nivel del mar en USA, las colmenas silvestres tienen por promedio 4.9mm en sus celdas.

Similarmente en Inglaterra, a principios del siglo XIX, E.B. Wedmore en su libro “A Manual of Beekeeping” en su tercera edición pagina 78 nos da buena información al respecto. Después de muchas matemáticas y cálculos, se llega a la conclusión que las celdas en Inglaterra a principios del siglo 19 eran de 4.66mm. Recordemos que fueron los ingleses que al llegar a las Américas, llegaron con sus abejas y los nativos les llamaban “la mosca del hombre blanco”. Definitivamente 4.66mm es pequeño y similar al tamaño de algunas moscas nativas en América.

Anne D. Betts de Inglaterra, nos dice en la revista “Bee World, enero 1934”, que las abejas tienen celdas que miden 4.9mm y en ese entonces, las abejas no tenían los problemas que se tienen hoy en día.

Definitivamente hemos alterado el plan natural de nuestras abejas, hemos destruido ecosistemas y hemos creado enormes desiertos verdes donde no existe la subsistencia requerida para una buena apicultura. Hemos atentando contra la creación y el balance perfecto y se han alterado los finos y delicados hilos de esta complicada y hermosa frazada que nos abriga y alimenta a la vez, este zarape que se tejió en el telar del universo y en manos de Dios con orgullo y perfección; y que hoy llamamos naturaleza…


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