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New York Times; El Apocalipsis de los insectos está aquí.Tercera parte;

Foto del escritor: aureliopaezaureliopaez

Un bosque silencioso


Hace un par de años que me contrataron para instalar colmenas para la polinización de chile en un pequeño poblado en Texas llamado Dell City. En el momento de entregar las colmenas, me preguntaba el muchacho que trabajaba en el rancho y me ayudaba a descargar.

- “Y cómo es posible que sobrevivan sus abejas en el valle”

Pensativo le pregunte por qué la pregunta, y me respondió.

“En el valle, se usan muchos químicos, y la forma que yo lo veo es la cantidad de moscos, palomillas, e insectos que tenemos acá. Allá, no se ven casi insectos en las lámparas de los postes, acá, mire usted que nubes de insectos tenemos siempre alrededor de las luces.”

Los científicos ahora hablan de la necesidad de crear una nueva palabra que, como la palabra deforestación denota la pérdida paulatina y criminal del medio ambiente, también debemos de hablar en términos de “Defaunacion” que es la pérdida paulatina de la fauna. La defaunacion debe encuadrar la perdida de individuos, la perdida de la abundancia de individuos y la perdida de animales total. Las grandes urbes, los grandes campos de monocultivos, la agricultura industrial, todo, tiene un enorme costo a los ecosistemas. Ahora consideramos las zonas como zonas de alto riesgo de extinción para la fauna que ahí existió. Los científicos han puesto nombre a este nuevo fenómeno y también descripción;

“La cascada negativa de consecuencias en ecosistemas funcionales y servicios vitales para una civilización sustentable.”

Ya de forma menos ruda, describen la pedida de la fauna en el mundo como;

“La aniquilación biológica”

Hace días conversando con un apicultor que es aficionado a la cacería, me preguntaba sobre las armas. De forma imprevista me ponía contra una pared porque en un tiempo lejano, yo también fui apasionado cazador y ahora, no lo veo como opción ni diversión y mucho menos como una actividad propia para el ser humano – de esta era. Ya no veo por qué matar animales, ni aunque se coma uno las codornices o conejos, el venado o jabalí; simplemente ya no veo la justificación para hacerlo, ni para aceptarlo o para aplaudirlo. Veo como otros están disfrutando la actividad pero, no veo cómo fue posible que a mí me haya gustado.

Se estima que desde el año de 1970, años después de mi nacimiento, talvez ya cuando yo pude empuñar un arma y cazar conejos y codorniz, en promedio y en el mundo, se ha perdido el 60 por ciento de los animales silvestres. Desde que yo tengo razón de conciencia o, conciencia de la sinrazón con la que hemos actuado, la fauna se ha extinguido a más de la mitad de lo que había.

No me queda más que lamentar y pedir perdón por lo que mi generación y generaciones previas hicimos con el medio ambiente. En mi juventud temprana, mientras trabajaba en una empresa en California, un veterano de la segunda guerra mundial nos platicaba que al llegar de la guerra, el gobierno de USA les ocupo a él y un grupo para desmontar praderas y valles – entre ellos el valle de Juárez donde yo crecí. Platicaba como se habían convertido los tanques de guerra en aparatos para desmontar y talar los bosques, como los soldados con experiencia en explosivos dinamitaban los álamos milenarios de las riveras del Rio Bravo, y cuando juntaban toda la madera de las alamedas o bosques de álamo en un gran monte, lo incendiaban y el incendio iluminaba las noches por semanas enteras. Definitivamente nuestras generaciones construyeron puentes, presas que riegan grandes campos de cultivos, hicimos carreteras y canales de irrigación y creímos que la abundancia de aquellos tiempos, nunca acabaría. Con tristeza veo los focos de mi casa en el exterior y veo que ya no me visita las palomillas, los mosquitos, ni las polillas.

En el caso de los mamíferos silvestres, los científicos creen que por cada 6 animales que algún momento caminaron sobre los bosques y praderas, hoy, solo una de 6 permanece…

Según la Academia Nacional de las Ciencias en USA, si pudiéramos determinar el peso de los mamíferos sobre la tierra, concluiríamos que el 96 por ciento lo comprenden el humano y el ganado que el humano cría para su alimentación, el 4 por ciento que resta lo comprenden los animales silvestres.

E. O. Wilson, medio ambientalista y profeta del desastre natural que ya vivimos, nos dice que vivimos en la nueva era; “La era de la soledad”. Para Wilson, los insectos son “Las pequeñas cosas que hacen que funcione el mundo natural”

Se ha determinado que los trillones de insectos que merodean entre flor y flor, polinizan tres cuartos de nuestra comida y nos dan un servicio equivalente a 500 billones de dólares cada año; sin contar la polinización de las plantas silvestres.

En el valle de Maoxian en China fueron tan eficientes en acabar con los insectos que devoraban las cosechas, que también se acabaron los polinizadores. Ahí la polinización se hace con humanos a un costo de $19.00 dólares por día por persona que hace la función que haría una abeja. Cada persona trabaja 10 árboles por día en los arboles de manzana.

Scott Hoffman Black, un famoso entomólogo nos dice;

“Nos preocupa salvar el oso grizzli, pero ¿dónde estaría el oso sin las abejas que polinizan las frutas que come, y conde estaría la mosca que come fruta y que a su vez alienta el salmón pequeño?

¿Que sería del humano sin el efecto vital de los insectos que ayudan a descomponer todo, que limpian de cadáveres los campos, que reciclan los nutrientes, hacen los suelos saludables, permiten que las plantas crescan y que los ecosistemas funcionen?

El documento nos lleva a un clásico ejemplo en Australia, que, al momento de ser introducido el ganado vacuno, el estiércol se acumulaba de forma increíble porque duraba meses y años para descomponerse. El excesivo apeste del estiércol acumulado, hacía que las vacas no quisieran comer y con ello, se tuvieron que abrir nuevos campos y praderas para alimentar el ganado. Años después de iniciado el problema, un entomólogo que visitaba Australia, se dio cuenta que los insectos que estaban propiamente adaptados a comer y descomponer el estiércol de los marsupiales, no estaban adaptados a descomponer el estiércol de la vaca.

El asunto se resolvió con la importación de escarabajos que procesaban el estiércol, - 20 años después.

Pero los invertebrados no han sido estudiados como los vertebrados y solo conocemos sobre el 2% de ellos lo suficiente como para comprender su rol en la naturaleza.

Armagedón, Caos y Colapso, son algunas de las palabras que dan los científicos cuando se les pregunta qué pasaría si faltaran los insectos. Un científico de la Universidad de Connecticut , el entomólogo David Wagner lo explica asi;

“Un mundo sin flores y bosques en absoluto silencio, un mundo lleno de mierda y hojas viejas, un mundo de cadáveres putrefactos acumulándose en las ciudades y caminos, un mundo de colapso y descomposición, erosión y perdida que se desparramaría por todos los ecosistemas – iniciando en una caída estrepitosa de los predadores hasta las plantas…”

Wilson ha escrito; “Un mundo sin insectos, un lugar donde la mayoría de las plantas y animales terrestres se extinguen, donde los hongos se multiplican por un tiempo y donde el humano sobrevive respaldado de granos que son polinizados por el viento y la pesca de los océanos. Aun a pesar de la gran hambruna y las guerras para asegurar recursos, el humano se agarraría a la sobrevivencia en un mundo desbastado y atrapado en una era obscura, donde el sobreviviente ofrecería oraciones para que regresaran las yerbas y los insectos…”

La Academia Nacional para las Ciencias en USA, explica que unos científicos regresarían a unos bosques que, previamente, 40 años anteriormente, habían hecho estudios. Donde en un momento recolectaban 437 gramos de insectos, ahora solo recolectaron 8 gramos. Lo aberrante de esto no era la falta de insectos, era la falta de lagartijos, pájaros y ranas. El estudio concluyo que aun la lombriz de tierra está en graves aprietos. El verdadero y más emblemático de este problema es que para el visitante no entrenado en ciencia, o con los estudios y comparativos previos, la selva parece un paraíso lleno de paisajes, cascadas, y riachuelos.

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