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El Día que el mar retrocedió…

Foto del escritor: aureliopaezaureliopaez


Pensemos en el huracán Irma, como una gran y poderosa aspiradora como nunca antes se haya visto que, en su momento paulatinamente succiono tanta agua en su paso, que la mar en distintos lugares, se retiró de las playas no profundas.

Pensemos en los terremotos – ya son muchos y en varios lugares, terremotos que algo dicen de una obscura historia que está desenlazándose mientras nosotros perplejos, vemos a distancia.

Pensemos que el hombre más poderoso de la tierra –al menos por estos 4 años, Donald Trump, dice que el calentamiento global y el cambio climático no existen.

Ahora pensemos pues, que nuestras instancias gubernamentales cada día más que pasa, autorizan talar montes, selvas, bosques, mantienen una política de tolerancia hacia los agroquímicos y venenos que matan poco a poco, y mucho a muchos… pensemos en el Fracking que como lo dice la palabra; fractura la tierra para permitir que la explotación de los mantos petroleros sean cada día mayores y más agresivos. Destruimos la naturaleza como si fuera una tienda en baratilla, y nosotros todos, inocentemente callados, en silencio, como quien despide a un ser querido en una funeraria…

Pero las respuestas a las necesidades del hombre, no necesariamente tienen que llevarnos mano a mano con aniquilación de la naturaleza. Pensando en esto, recordé un documento que mi hijo el científico que trabaja en NASA, escribiera para sus alumnos hace unos años. En el documento se explicaba el proceso de la energía solar sobre la tierra. Esa energía que hoy en día debería de calentar nuestros hogares, debería de ser gran parte de lo que nos impulsa, y que tenemos la tecnología para lograrlo. Energía gratis, energía limpia; energía que revitaliza….

Mi hijo Aurelio Páez Mottley escribía;

- “He mencionado antes un proceso en el cual yo me siento facinado. La luz del sol alcanza la superficie de la tierra donde las hojas de los arboles convierten la luz del sol y el dióxido de carbono en madera en los árboles. En esencia la madera de los arboles es luz del sol y gas solidificado que, podemos quemar después para generar calor, luz y dióxido de carbono después para una carne azada o en un calentón de invierno. Pero, ¿Qué de las vastas reservas de energía que se almacenan bajo la tierra en forma de carbón de coque?”

- Para saberlo, necesitaríamos regresarnos 360 millones de años. La vida, estaba en todo su apogeo en la tierra pero, esto era antes de los dinosaurios. Solo los pequeños animales y praderas existían. Precisamente en ese momento, las plantas desarrollaron la habilidad de producir una substancia llamada Lignina, la aparición de esta substancia, permitió que las plantas evolucionaran y crecieran cada día más grandes; aparecieron los árboles. Por los siguientes 60 millones de años estos árboles crecían, morían, caían y se acumulaban ahí. Se llevó 60 millones de años para que las bacterias y los animales se desarrollaran y evolucionaran con la capacidad de poder digerir este nuevo tipo de árboles. ¿Y qué les pasa a esos árboles? Se mantuvieron ahí en el piso, siendo aplastados por nuevos árboles muertos, tierra, polvo y más árboles que cayeron por 60 millones de años sin tener bacterias que los consumieran crearon una capa de materia organica en la superficie de la tierra. Debajo de una enorme presión y calor de millones de años de acumular capa tras capa de árboles muertos; se transformaron en carbón. Puro carbón para nuestro placer por el fuego. De ahí deriva el nombre al periodo que fue entre los 360 y 290 millones de años atrás; el periodo carbonífero de la tierra.

- Ahora pensemos en esto. 60 millones de años de árboles creciendo y muriendo, convirtiendo cantidades enormes de energía solar, gas y calor en madera y luego en carbón que, permaneció en las entrañas de la tierra hasta la revolución industrial. Ahora en un pequeño momento histórico estamos intentando soltar todo el calor y luz ahí acumulado, de regreso a la atmosfera junto con el dióxido de carbono que estos árboles habían tomado del medio ambiente…” – concluye el texto de mi hijo.

El tomar recursos naturales no renovables y convertirlos en soluciones temporales y de momento, tiene grandes consecuencias ambientales, y la balanza se inclina sin que nosotros entendamos la compleja maquinaria físico/química que domina el medio ambiente. Jugamos a ser Dios, tomamos todo lo que está disponible como si fuera fácil de remplazar. Y como el carbón que se requirió millones de años para hacerse, así también todos los hidrocarburos con un mecanismo similar, nos regalan y nosotros despilfarramos en unas décadas, lo que la madre naturaleza tardo millones de años en hacer.

Ayer el mar se retiró de algunas de las playas, y con ello, se nos envió un mensaje de gran poder e impacto. Un mensaje desde dentro de uno de los mayores y más potentes huracanes que hemos visto en muchísimos años, que sucede precisamente cuando el terremoto con mayor intensidad de los últimos 100 años, nos visita en nuestras puertas. Se retiró el mar de las playas como avergonzado de lo que hemos hecho con sus manglares, selvas y bosques, se retiró como para hacernos ver que todo tiene un precio y nuestra barbarie tendrá consecuencias.

Cuando como apicultor veas una caja de madera, la cámara de cría o una alza, recuerda lo que la madera es; es la transformación del sol y los gases en substancia, es el generar bondadosamente la energía del astro mayor y bióxidos de carbono en celulosa palpable, nuestros cajones son un contenedor que en sí, tiene todas las bondades del sol y la atmosfera y que cuida del animal más necesario y frágil, necesario para nuestra subsistencia. Tienes en tus manos la energía del sol, la energía del universo en forma de tablas pegadas y entrelazadas entre si, y de ti depende, darle el valor o despilfarrar siguiendo la tradición de destrucción que caracteriza al ser humano.

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