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El canario del minero

Foto del escritor: aureliopaezaureliopaez



Desde el momento que los europeos trajeron abejas al continente Americano en los 1600s, estos europeos o apicultores del momento, importaron semillas para cultivar alimentos, pero también semillas de plantas que ellos tenían comprobadas como benéficas para las abejas. La necesidad de plantar alimentos, y la necesidad de agregar plantas productoras de néctar y con ello alimento para las abejas, fue primordial desde los tiempos del descubrimiento de América.

Parece increíble que en tiempos donde las praderas y bosques, llanuras y montañas, que aun sin ser explotadas, parecieran tener necesidad de intervención por parte del hombre, para hacer un mejor medio ambiente para las abejas. Yo más bien me inclino a creer que trajeron plantas melíferas para garantizar el cuidado de las abejas por el amor que les tenían.

El hombre siempre necesitara plantar y cuidar sus plantíos de frutas, cereales y verduras porque su sobrevivencia depende de ello en gran manera, y mientras el campo más se moderniza y prospera con adelantos técnicos, pareciera que el hombre pierde el contacto y necesidad implícita de respeto y entendimiento hacia los insectos que benefician su esfuerzo y esmero por la producción. La armonía y respeto hacia los polinizadores parece haberse desconectado poco a poco, y ahora, el hombre parece tener una carrera para aniquilar los insectos benéficos y entre ellos, las abejas.

La terrible destrucción del medio ambiente, los usos excesivos y desmedidos de agroquímicos han garantizado abundantes cosechas con la adquisición de nuevas tierras de cultivos que previamente fueran bosques, selvas, praderas y con los agroquímicos y saqueo de los mantos acuíferos, la producción se ha mantenido a la par con la necesidad de abasto de los alimentos básicos –hasta el momento.

La decadente producción pecuaria moderna, en apariencia “progresista”, arroja más destrucción que progreso, que dé inicio en las primeras de décadas indicara vanguardia, hoy sabemos que son tendencias de cortas duraciones e insostenibles.

Dos ejemplos –malos ejemplos.

En California, se sostuvo durante muchos años, una estrepitosa expansión de la plantación de la almendra. El monocultivo arrojo enormes campos de huertas dedicadas exclusivamente al almendro y con ello, se logró construir formidables “desiertos verdes” que si bien, son productivos para los fruticultores, para los insectos polinizadores, son campos que solo florecen y ofrecen alimento por unas cuantas semanas del año y con ello, los convierten en lugares inhóspitos y difíciles para la vida. Paso el tiempo y en un momento determinado, se llegó a la conclusión que la polinización no se da sin insectos; sin abejas, el enorme esfuerzo de plantar y cultivar almendras no daría su fruto y por lo tanto, se tendría que importar abejas por el simple hecho que los grandes “desiertos verdes” no fueron capaces de sostener vida de los insectos polinizadores, en suficiente cantidad como para hacer de la inversión en árboles, una empresa redituable. Hoy en día el apicultor norteamericano depende de la polinización como fuente de ingresos principal, y la miel y los subproductos de la colmena, pasaron a un segundo término de importancia económica.

En China, existen grandes extensiones de terrenos plantados con árboles de pera, donde los fruticultores fueron tan exitosos en eliminar plagas, que eliminaron plagas y insectos benéficos por igual. Ahora, se poliniza la pera manualmente, elevando los costos enormemente porque los campos enteros continúan contaminados con agroquímicos que no permiten re-poblar con abejas.

Mis abuelito Carlos Varela fue minero, en sus tiempos los mineros usaban un canario dentro de sus minas para detectar gases. El canario cantaba y gritaba todo el día, y en el momento que las minas se llenaban de gases venenosos, el canario, siendo más susceptible a la falta de oxígeno o presencia de gases tóxicos inoloros, incoloros, o insípidos ; moría. Los mineros vivían trabajando mirando al canario dentro del túnel, y el canario y su canto significaba sanidad o falta de tóxicos en la mina, ellos sabían que su falta de canto y vuelo, significaría segundos de vida antes de la muerte.

La desaparición de las colmenas, la inexplicable mortandad de miles y miles de colmenas debería significar precisamente eso para la humanidad; el canario del minero. Deberíamos sentirnos obligados a mirar con detalle y cuidado las abejas para cuando ellas mueran, sepamos que nos quedan escasos momentos más de vida como humanidad. Pero la arrogancia y despilfarro del ser humano nos engrandece de acuerdo a nuestra propia opinión, entre más tenemos, mas queremos acumular, entre más logramos, menos obligados nos sentimos para el que no lo tiene; entre más triunfamos según nuestros métodos para medir el triunfo; mas hundidos estamos en nuestras grandes empresas y logros. El canario debería de existir en nuestras vidas, midiendo la toxicidad de nuestra ambición y lucro, deberíamos de escuchar de nuestras entrañas su canto y el brillo de su vuelo y cuando ello faltara, deberíamos de avergonzarnos por falta de iniciativa para el activismo social y responsable, ecológico y de protección al medio ambiente. Pareciera que nuestro canario hubiera muerto ya desde hace tiempo y de tristeza, y nosotros ni nos hemos enterado…

De inicio

Digamos pues, que la simbiosis entre el humano e insecto siempre será necesaria para la producción, y es por necesidad de sobrevivencia que se debe de atender este tema. Las abejas y muchos insectos son atraídos a las flores, no con el afán de polinizar, sino por el dulce néctar que estas aportan y es la atracción al néctar, que la naturaleza ha utilizado como parte del milagro de la polinización. La atracción hacia las flores y frutos, por su contenido de proteínas y azucares, no solo se da en las abejas o insectos, es atractivo para los humanos también. En las industrias pecuarias modernas, se depende de los agroquímicos para mantener plagas fuera de los cultivos y frutos, pero, también aniquilan los insectos benéficos de igual manera. Irónicamente, el producto que se supone y protege el mundo vegetal de una invasión de insectos que destruyen, también destruye; insectos que construyen. Durante los años de 1890, una gran plaga que afectaba la manzana en USA se presentó. Más rápido que apareció el problema, surgió el remedio; el potente Arseniato de plomo. Este pesticida, aparte de matar insectos, contaminaba el alimento y destruía los órganos internos de los consumidores y contaminaba tierras que, hasta este día, no son propicias para la agricultura o vivienda. Después de que el Arseniato de plomo fuera ya ineficiente contra los insectos ya que se habían hecho inmunes a sus efectos, apareció el infame DDT; insecticida que atacaba los sistemas nerviosos de tanto animal estuviera en contacto –incluyendo el humano. Fue el DDT quien acabo con muchas especies de aves, puesto que la contaminación era acumulativa y como las aves comen insectos, los insectos contaminados contaminaron las aves siendo uno de los resultados, la cascara del huevo de las aves frágil. El huevo no se podía empollar, aunque era fecundo y las aves como el Gran Condor, el Aguila cabeza Blanca, entre muchas, llegaron a ser declaradas como aves en estado de extinción. El DDT mato aves, peces, anfibios y mamíferos por igual, aunque fue originalmente diseñado para combatir insectos. El DDT aún sigue siendo fabricado en USA, y se supone que muchos países aun lo utilizan en Latinoamérica para combatir diferentes pestes. Es ahora el actual presidente de los USA, quien pudiera eliminar las reglas que prohíben su utilización y pronto estaría en uso por ser un pesticida eficiente, letal y mortífero que no discrimina contra nada; incluyendo el humano.

Y con ustedesss!!!!; el famoso SERVIN; ¡yes! ¡Uga…chaca chaca!

Recibí un mensaje esta semana, donde se me preguntaba si estaría presente en el pleito que traen los manzaneros de Chihuahua y los apicultores que les permiten, junto con sus abejas; abundantes cosechas. Resulta que algunos apicultores, después de haber recogido sus abejas, se encontraron con un alto índice de mortandad, y todo gracias a que el manzanero voraz decidió fumigar SERVIN en la manzana, mientras estaban las abejas ahí. – ¿y el gobierno Apa?, y ¿Dónde nuestro nuevo amanecer?... pos el nuevo amanecer está ahí; un amanecer sin abejas…. A pesar de la retórica política y promesas; las abejas y apicultores siguen sin quien los represente en los problemas. El Carbryl o comúnmente conocido como SERVIN, es un químico que ataca interfiriendo los neurotransmisores principalmente en el cerebro y sistema nervioso de los insectos. Se supone que no le hace efecto negativo a los humanos –veremos…

La rana y el canario

Lo que el canario significara para los mineros en tiempos de mi abuelo, hoy en día los entomólogos, científicos y biólogos, toman el caso de los anfibios como un indicador que denuncia la obra de nuestro “progreso” y nos alerta a lo que estamos haciendo.

Los científicos y estudiosos de los ecosistemas, siempre que llegan a un sitio donde existe la posible contaminación de suelos, aire y agua; buscan anfibios como las ranas. Si existen ranas, la contaminación es baja o tolerable, sin ellas, el sitio está en graves aprietos. Según el US EPA – agencia que regula y protege el medio ambiente en USA, ellos certifican las cantidades máximas permitidas en el medio ambiente, porque según ellos, estas cantidades máximas permitidas, no contaminan ni hacen daño a nada ni nadie. Pero resulta, que un grupo de científicos gringos, haciendo experimentos duplicando estas cantidades de forma controlada, encontró que estos residuos y pesticidas al ser encontrados en el medio ambiente, son exageradamente tóxicos. (Science Daily Nov. 18, 2008)

Los neocotinoides nos matan las abejitas apa!

Existe una nueva y altamente usada generación de insecticidas que son sistemáticos o sea; que son absorbidos por las plantas. Estos Neocotinoides, tienen todas las características de la nicotina; substancia o insecticida natural generado o sintetizado por la planta del tabaco. Cuando tu fumas, fumas un insecticida que ha sido tomado como modelo para clonarlo y producir insecticidas que se presentan en muchas formas y variantes. Los neocotinoides tienen una vida de 2,000 días que, conjugados con aplicaciones múltiples durante un ciclo de cultivo de duración de 90 días, tendremos generaciones enteras de trabajadores del campo que vivirán entre “caldos” de insecticidas activos y pujantes en concentraciones letales para todo tipo de vida. Debido a que los neocotinoides son baratos y muy populares, las tierras se saturan de estos compuestos que activos por 2,000 días se acumulan para ser “lavados” por las lluvias y depositados en los mantos acuíferos. Ya sea por concentración en aguas superficiales o subterráneas, los neocotinoides se presentan en el agua que bebemos todos, y por supuesto las abejas, que con el simple hecho de beber agua de manantiales o arroyos estancados, será suficiente para matar la colonia entera. Los neocotinoides se acumulan en al agua y las plantas, y al producir néctar estas plantas, transfieren el insecticida a las abejas y otros polinizadores. 80% de todo el maíz de patente y el 45% de toda la soya de patente están cubiertos con neocotinoides,

Son inocentes hasta que se les compruebe la culpa

Estas grandes empresas de agroquímicos están totalmente protegidas contra cualquier apicultor. Según la ley, nadie puede ser culpable, hasta que no se demuestre lo contrario y ellos (los fabricantes de todos los venenos) lo saben. Ellos tienen el dinero para defenderse, los abogados para hacernos pasar los malos momentos, el poder económico para lanzar campañas de descredito o mala información; nosotros nos quedamos con las abejas muertas.

En USA, donde las estadísticas son hasta cierto punto reales –o dan apariencia de serlo, nos dicen lo siguiente;

En 1970 existían 5 000 000 de colmenas en USA, hoy en día, se puede decir que solo quedan un total de 2 600 000 –incluyendo colmenas decorativas, de pasatiempo, de producción y toda colmena que se pudo contar.

Se pudiera hablar de las posibles causas de tanta colmena ya no existente. El consumo de miel continua a la alza en ese país, la aceptación del rol de la abeja es comprendida y además es un insecto ya en la lista de especies protegidas, grandes grupos promueven el proteger las abejas, y aun así, los números aunque ligeramente subieron en los últimos años, han declinado en una trayectoria fallida e insostenible a largo plazo.

Si yo pudiera unirme a sueño y deseo de cambiar las cosas, diría por inicio que como humanos, estamos en graves aprietos y hemos decidido meter nuestra cabeza en la arena como lo hace el avestruz. Las faltas de buenas cosechas en todo el país –aun con grandes floraciones, los ríos contaminados, basura en todas las praderas, suelos llenos de agroquímicos acumulativos y muchas veces ilegales, las grandes talas de bosques y selvas que no levantan la preocupación de nadie más que unos cuantos; los miles de apicultores que mueren día a día llevándose su conocimiento y legado sin poder heredarlo a las nuevas generaciones. En fin, de todos los males que nos atañen, yo diría que la falta de respeto y solidaridad entre nosotros mismos como apicultores es y continúa siendo el problema que evita la cohesión y fuerza de adherencia para formar el grupo que deberíamos ser, la tropa que debería de levantar su voz como arma de guerra, la cuadrilla de guerreros que usara la reforestación como protesta. Pero las nuevas generaciones solo buscan tomar y recibir, sin dar o plantar un solo árbol, solo buscan el beneficio propio, imitando las grandes historias de superación económica voraz e incontenible, dejando el amor por el prójimo, la responsabilidad social, la deuda ecológica y el futuro insostenible como responsabilidad de otros; y no propia. Nos hemos despegado los unos de los otros sin entender que los bosques que talamos en nuestras montañas, causan sequias en los desiertos, que las selvas que mueren bajo los hierros del voraz sembrador de soya causan que se derritan los hielos de la antártica. No nos hemos percatado que vivimos en un planeta vivo que agoniza bajo nuestros pies y por nuestra culpa.

Mi abuelo aun con su canario, murió ahogándose por falta de oxígeno en su sangre, los años de trabajo en las minas acumulo en sus pulmones, substancias que no le permitieron una vejes saludable. El canario no evito que sus pulmones colapsaran ni que el oro arrancado de las entrañas de la tierra azteca, emigrara al norte –como todo aquello que los sicarios y asesinos del planeta necesitan y obtienen. Mi herencia fue una juventud sin mi abuelo y de legado, una terruño de ancestria llena de desechos industriales, huecos en la tierra, montes rapados de toda maleza y bosque, ríos contaminados y gente hermosa que aún vive de las migajas que deja la industrialización y el apogeo que emigra a los bancos extranjeros.

Herimos las entrañas de la tierra, rasgamos su superficie, contaminamos su aire, y esperamos un resultado feliz de nuestra desfachatez y nuestra insaciable hambre de más y más. Acumulamos montañas de cosas, obtenemos más de lo que podemos gastar y no somos capaces de devolver un poco de lo mucho que Dios nos ha dado; somos una generación de “pobres niños ricos” que heredara miserias a las futuras generaciones.

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