De niño, caminaba con mi abuelo a su huerto, con gusto piscaba tomate, cilantro, cebollines, calabazas y abundante fruta. La abuela siempre en espera de lo que traía mi abuelo, tenía preparados las sartenes y cuchillos para hacer la comida, embazar sus cosechas y cocinar lo que se pudiera. No era que ella no podía mandarnos a cortar el fruto, ni porque ella misma no lo pudiera hacer; era el huerto del abuelo y el respeto por su trabajo se trataba con honra. Ella esperaba porque el ritual así lo exigía, el cogería los frutos –sus frutos, y ella, quien era dueña no solo de los frutos del huerto, sino del corazón del viejito, recibía el tributo de su amor en manos y forma que salía de la tierra. Pero para cultivar y cosechar, el abuelo gastaba incansables horas peleando la maleza, la yerba necia que peleaba los nutrientes al cilantro y calabaza, y el azadón era el “pokemon” nuestro por todo el verano…
Nos sentábamos con el abuelo a observar las grullas, los gansos y muchísimas parvadas de aves migratorias que anunciaban el trabajo de la huerta en primavera, y en otoño, regresando esas parvadas por millones, nos decían –decía el abuelo, que era tiempo de recogerse cerca del calentón, cosechar todo y guardar su azadón.
Ahora el azadón ha sido remplazado por el buen señor Glifosato, que no es ni señor, ni es benigno y nos mata y matara poco a poco…
En lugar de grullas, gansos y patos, vuelan sobre nosotros los aviones que matan nuestras abejas.
El Glifosato es amigo de políticos y gobiernos, generador de grandes ganancias y prosperas cosechas y será el enemigo que terminara matando los polinizadores todos, no solo las abejas. Es uno de los caballos del apocalipsis que se le ha dado poder para destruir gran parte de todo lo verde; es el mundo del Roundup, es el infierno que nos regala Monsanto gota a gota y abeja por abeja…
El Glifosato
Es un polvo blanco cristalino, sin olor, que mata hierbas y arbustos, árboles y cuanta cosa verde quieras matar. El glifosato mata transformando químicos dentro de las mismas plantas; en veneno para estas.
Para entender el uso del glifosato, solo basta observar mono-plantíos donde no crece más que lo que se plantó. Esto es posible no gracias al azadón de mi abuelo, ni al gran y cuidadoso cuidado que tiene el agricultor sobre sus cultivos, esto se debe a que esa plantación, cultivo o huerta, utilizan este monstruo que ahora sabemos, contribuye en gran parte en la desaparición de las abejas y polinizadores, destruye hábitats que, regulan la temperatura del planeta y permiten la absorción de agua de lluvia que a su vez, alimentan acuíferos que nos dan agua para tomar, mantienen insectos que alimentan las grandes parvadas de aves migratorias, y en los grandes océanos el daño es tan grande y tan increíblemente masivo, que me da miedo solo citar las predicciones y lo que actualmente está sucediendo.
El azadón de mi abuelo se desgasto con el uso, y solo dejo hierro en la tierra; “de la tierra salió, y a la tierra regresara…”
El glifosato salió de la avaricia y codicia sin escrúpulos de hombres de metal y solo arrojara avaricia, codicia, destrucción y nuestro propio apocalipsis.
Monsanto –que de santo no tiene nada, es el inventor que tiene patente de la soya transgénica que tiene la particularidad resistir al glifosato. El glifosato entonces, es tratado como mi abuelo trataba el azadón, mata, arranca y destruye todo lo que toca pero, como no destruye las plantas previamente diseñadas y selectas. La soya transgénica, al igual que muchos los transgénicos, son resistentes al glifosato.
El diseño de estas semillas/plantas, está hecho para evitar tanto trabajo manual del deshierbe, que tanto recurso quita a las plantas deseadas. En esencia convierte un desierto verde, dentro del mismo monocultivo. Anteriormente los campos se cubrían de hiervas paracito o nativas, y estas, producían néctar y polen para las plantas, ahora gracias a la eficiencia de nuestras técnicas de cultivo, ya no existen las vegetaciones secundarias que apoyaran a los polinizadores. Los cultivos que más glifosato utilizan son maíz, algodón, canola y soya.
Pero esta “maravilla” del mundo agropecuario, causante de grandes cosechas y jugosas ganancias, se están comiendo el mandado de nuestra alacena en más de una forma; cosechan hoy lo que corresponde para el día del mañana,
El glifosato no únicamente mata plantas utilizando sus propias estructuras moleculares, mata
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