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La miel, tiene una jornada y transformación previa, antes de convertirse en el líquido dorado tan preciado por tantos y por las mismas abejas. Todo inicia como una poesía…
La abeja más vieja, es la que colecta el néctar, con sus glándulas ya decadentes, aporta los últimos momentos y energía para traer el néctar a la colmena, y mesclando encimas que produce ella misma, inicia los cambios tanto físicos como químicos, que transforman el néctar a miel. La reducción del contenido de agua es esencial en el proceso.
El viento, las lluvias, la tierra fértil y el clima, todos, se conjugan en un perfecto balance y bailan al compás de los caprichos de la naturaleza. Nada ni nadie puede impedir que los campos florezcan, nada ni nadie, lograra duplicar la perfección de la perfecta sincronía de transformación que la naturaleza nos da. Y nadie ni nada podrá cambiar el rumbo de los acontecimientos naturales regidos por la armonía de las cosas. Y en cada momento, el diseño perfecto de nuestro planeta, nos hace entender que somos seres que viajamos temporalmente sobre este suelo prestado, que el sol nace y la luna crese para nuestro deleite y sobrevivencia, que todo nuestro entorno está hecho para servirnos a sobrevivir con abundancia
La abeja adulto, atraída por mensajes o por descubrimiento propio, llega a los campos con floración, y con sus ojos compuestos, logra distinguir entre las flores que tienen néctar, y las que no lo tienen a través del espectro de luz que arrojan los néctares acumulados en ellas. Una abeja prefiere recolectar del mismo tipo de néctar en los campos con diversidad de floración, y con ello, aporta la más grande de sus funciones en la cadena alimenticia que rige la economía de los pueblos; la polinización. Al llegar a la flor, el polen prácticamente “brinca” a la abeja, puesto que en su vuelo, su cuerpo se ha cargado con partículas electropositivas, que al llegar a la flor, atrae con energía electrodinámica con un fenómeno mecánico /magnético. Ya en con el polen en el cuerpo, su anatomía de perfecto diseño mecánico, provee 6 instrumentos para procesar el polen; sus patas. Las primeras 2 patas, están dotadas en forma de peine, para quitar el polen de su cuerpo, luego, auxiliándose con las glándulas generadoras de cera, mescla el polen con la cera, y comprime esta mescla en esferas – sí, el polen no se le encuentra en forma de esfera en la naturaleza, es el segundo par de patas en la abeja, que con un mecanismo parecido a una prensa, “forma” auxiliándose con la cera, las esferitas de polen que nosotros conocemos. ¿Y que se hace con esas esferas? Pues en una creatura perfecta, se le dota de todo lo necesario para cumplir con su misión; el tercer par de patas, esta proveído de “canastas” que sirven para cargar el polen hacia la colmena.
La abejita más vieja, se encarga de llevar néctar, polen y propóleos a la colmena. Al llegar a la colmena, las abejas obreras, le dan el néctar a las abejas trabajadoras adentro de la colmena, y en el momento de hacer el intercambio, las abejas más jóvenes, llenas de energía y con buenas glándulas; añaden enzimas al néctar. La abeja de casa, la que recibe el néctar, parecerá jugar con el néctar en su lengua, saca una gota, y la mete, saca una gota, y la mete otra vez, pero con ello, cumple con el inicio del proceso de deshidratación del néctar; necesario para convertir el néctar, a miel. Ya en la colmena, las abejas de casa, formaran una especie de túnel donde ellas a través de su aleteo, llevan un gran volumen de aire al néctar, y el néctar, se deshidrata lentamente, y pasa de tener un 72% de agua y un 28% de sólidos, a un 28% de agua y u 72% de solidos! Durante el proceso, las abejas estarán moviendo el néctar, y añadiéndole más enzimas. Por horas completas, toda la colmena durante la época donde abunda el néctar, las abejas trabajan duramente en deshidratar el néctar, y es muy común llegar a las colmenas, y percibir los aromas florales del néctar en proceso de deshidratación. Debo de confesar que el flujo de néctar en el desierto, arroja mieles con olor y sabor desagradable para mí, y no así para algunas personas. Cuando tenemos lluvia en el verano, las flores del desierto dan néctar en abundancia; ¡pero huele a calcetines de vendedor ambulante en las calles de Monterrey!
El proceso de deshidratación y el añadirle enzimas al néctar, cuando ya se convierte en miel, arrojara una substancia que además de ser sabrosa, tendrá propiedades curativas importantes. La miel, debido a su composición física, observa un alto índice de presión osmótica, y toda bacteria que es envuelta en la miel, es deshidratada de tal manera que es imposible que exista cuando la miel está presente. La alta presión osmótica en la miel no permite que los microbios sobrevivan, y es por ello, que la miel, es utilizada para proteger heridas o quemaduras, simplemente en su presencia; no pueden existir las bacterias o microbios, además de todos los beneficios que arrojan las enzimas biológicas.
Se dice que la miel es el único alimento que puede preservarse de por vida, y sin ningún tipo de proceso. En la tumba del conocido Rey Egipcio Tutankahmon, se encontró un recipiente con miel y aunque se había cristalizado, estaba en condiciones de ser consumida con un bolillo y café con leche.