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Yo mismo me he convencido de que el cambio de reinas es imprescindible y necesario, luego visito los apiarios después de un invierno duro, y veo con agrado como las reinas viejas son enormemente efectivas en postura y organización de trabajos. Luego escucho o leo otro de los teoremas y vistiéndome de negro, y con una máscara de cuero negro me lanzo sobre los apiarios para buscar esas reinas que, por viejas, se supone que “no dan rendimiento y son malas para las colmenas y producción”. Malaya mi suerte que, al momento de decidir matar mis reinas, al llegarme a ellas, me doy cuenta que tengo reinas ya de varios años y que son muy productivas y es cuando tomando una silla, me siento frente a el apiario y les leo el manual que nos trata de convencer que las abejas reinas viejas no sirven.
…Y sentado sobre un cajón de cámara de cría volteado de costado, les recito el manual de las “buenas practicas” hecho por apicultores de escritorio, de esos que abundan en las páginas oficiales y que mal instruyen a los instruidos. “Y levantando y bajando el dedo índice después de cada frase, y con una canción de mariachi que tenga más violines y violoncelos que trompetas y tololoche, lloro mientras ellas me miran con sus ojos múltiples sin pestañas pero peludos”. Les canto la canción de Juanga “Lagrimas sobre la lluvia”, me despido de ellas, y al ir a buscarlas entre los bastidores, –aquellas que se supone son malas, pérfidas y despiadadas, me es difícil encontrarlas entre las enormes multitudes de abejas que me han dado, y las grandes cantidades de bastidores con postura. Y es ahí, que rallando el disco, lo paro y utilizando el manual del engaño como combustible para mi ahumador, levantando mi rostro al cielo y con lágrimas en los ojos, rasgo mi velo y me limpio los mocos con él, y le pido perdón a todas mis reinas por lo ingrato de mis pensamientos y malvados manuales a los que me presto y entrego de momento.
Me he tragado la información que seguramente ha nacido en medio de un programa que, ofreciendo reinas a medio costo, prometía ser el arma contra la inevitable africanización de las colmenas en México y que de seguro, nunca termino con ninguna tendencia de africanización de nada, pero si termino con el hambre y satisfizo el instinto de rata cruzado de caníbal de algunos funcionarios. Nos decían que teníamos que cambiar reinas tan seguido como fuera posible, pero con reinas de criaderos certificados. Por ahí están algunos apiarios productores de reinas, que debido a su cercanía con la “crema y nata” - dueños de los subsidios y programas, se enriquecieron y prosperaron más allá de lo humanamente razonable, llevando la complicidad en la frente tatuada junto con los recursos que ahora les dan “honor” a sus pobres existencias. Nos engañaron haciéndonos creer, que las cuantas reinas que se inyectaban en los apiarios, dominaría o cambiaria las tendencias de africanización de nuestro país. No en vano, algunos de los más grandes empresarios en la apicultura, son y han sido parte del sistema de dadivas y viandas que ahora les permiten vivir y trabajar en enormes torres de cristal y miel…