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A menudo veo con tristeza como se diagnostica una mala postura, una conducta higiénica, un patrón de celdas termorreguladoras, y otras pulgas, como una mala postura de la reina, que debido a la “consanguinidad”, la reina termina con patrones de postura malos.
La consanguinidad, de acuerdo al diccionario es; “Relación o unión familiar que existe entre las personas que descienden de una misma raíz o tronco.”
Muchos otros apicultores, al intentar hacer sus propias reinas, caen el argumento o dilema de que se debe de hacer esto y lo otro para sacar sus propias reinas y sobre todo; “evitar la consanguinidad de las colmenas.”
Mi respuesta siempre que me preguntan, ha sido que hagan sus reinas en los apiarios donde tienen sus mejores abejas, las que de mayor producción, mayor sanidad, más y mejor en todo lo que quieren y necesitan reproducir. En otras palabras; saturar el área con la genética deseada y ahí produzcan sus reinas. Pero el asunto no concluso de la consanguinidad sigue en las cabezas de todos, puesto, que por años y años se nos lo ha predicado.
Un poco de historia
Nuestra abeja Apis Melífera no es nativa del continente americano, y fue deliberadamente importada con el afán de producir miel para los primeros colonos y conquistadores de estas tierras. Los pueblos originarios de la zona este de USA, al ver a los colonos llegar a sus tierras, se referían a ellos como “el hombre blanco”, y las abejas que eran nuevas para ellos, las llamaban “las moscas del hombre blanco”. Las abejas que primero llegaron al continente americano, eran de tamaño natural que es casi el tamaño de una mosca casera. Fue a través de las selecciones en muchas generaciones, años y técnicas, que llegan a nuestras manos en el tamaño en que nosotros las conocemos hoy en día. Se cree que la apicultura la trajeron los primeros sacerdotes porque necesitaban cera para las velas y vino para la eucaristía y ritos religiosos. En las películas de Robin Hood, siempre se puede ver a un sacerdote resguardando el vino, y en las versiones más viejas, se ve a los sacerdotes también siendo apicultores. Las abejas garantizaban vino y cera; materia prima para los rituales esenciales de las religiones importadas a la Nueva España.
Fue el Apis Melífera Melífera, abeja negra, también conocida como la abeja alemana, la primera que llego al continente americano. Esta abeja AMM, se da mucho a la enjambrazón y, con el equipo aun rustico el manejo era difícil y la mayoría de los enjambres se elevaban al viento, siendo así como se llenó el continente de AMM en un periodo de más de 200 años. Pero debido a las grandes cordilleras y sistemas de montañas, las abejas AMM no llegan a California, sino hasta que el hombre de ciencia, el botanista Christopher A. Shelton, viajando a Panamá y luego a California, logro introducir 12 colmenas y se las vende a una persona en San José California en 1853, fue un minero exitoso, que después de haberse agotado el oro, torno a la apicultura para lograr ahora ganarse la existencia con el nuevo oro- el oro líquido; la miel.
En 1856, el sur de California recibe las primeras colmenas en el condado de Ventura que esta frente a las Islas del canal norte de Santa Bárbara. Frente a la costa del Sur de California USA, existe una serie de islas que en su mayoría recibirían abejas para su explotación, pero solo en la isla de Santa Cruz, fue que un apicultor antes del año 1880, llevo abejas y las abandono por razones desconocidas. Ahí se quedó una api-capsula de tiempo que nos arrojaría más conocimiento y perspectiva de la época.
Nadie detiene el tiempo, y en el tiempo y espacio diferentes, Don Lencho Langstroth – Lorenzo para los más respetuosos, descubría y aportaba “el espacio vital de las abejas”, y con ello, inventaría el sistema de bastidores removibles con el que nos manejamos hoy en día. Luego se descubrió o desarrollo la preferencia a la abeja Italiana sobre la alemana, pero en la isla de Santa Cruz, las alemanas sentaron su reinado, al albedrio, entre las rocas, acantilados, cuevas y árboles. Eventualmente la superioridad de la italiana sobre la Alemana mermo y elimino la población de AMM en los apiarios comerciales y aficionados. La Apis Melífera Itálica y la Apis Melífera Melífera, siendo invasoras, fueron presionando los polinizadores nativos y remplazando muchos de ellos, cambiando la floración y fauna en muchos lugares.
No hace mucho tiempo que, la agencia de Parques Nacionales de USA, compro muchas de las islas frente al sur de California y la Isla Santa Cruz, fue puesta en manos de “The Nature Conservancy”, quien tiene la consigna de retornar toda la isla a sus floraciones y fauna original. La isla de Santa Cruz no es habitada ni habitable, y es parte de 5 islas que recibieron, cabras, burros, caballos y venados por parte de piratas y bucaneros, que, buscando cosechar carne, plantaban animales en las islas. La isla recibió abejas pero por parte de algún desconocido hasta hoy apicultor. La isla tiene un clima mediterráneo, que permite floraciones casi continuas y abundantes.
De unas cuantas colmenas, la isla llego a sostener 160 colmenas después de 110 años de estar aisladas. 130 se han removido con el afán de regresar la isla a su hábitat natural. Esas colmenas se han donado a universidades e investigadores que, han encontrado que las abejas de la isla, son iguales a las abejas europeas alemanas originales, excepto por el color.
Me pregunto;
¿Será la consanguinidad de una especie pequeña, o en la Apis Melífera un problema imaginario?
¿Por qué razón por 110 años sobrevivieron las colmenas si venían de unas cuantas colmenas y el ADN o genética era tan limitada?
¿Sera que en realidad no conocemos tanto las abejas y su genética como pretendemos conocer?
Las lecciones a aprender de esto son;
Las abejas pueden y van a sobrevivir sin nosotros.
Nosotros no somos necesarios para su existencia.
Deja de preocuparte de seguir los manuales que repiten siempre mucho de lo poco que realmente saben los eruditos apicultores de escritorio.
La genética deseada es la que tú tienes en tus apiarios, siempre y cuando sean productivas, se adaptan a tu sistema y microclimas.
Muy interesante historia! Es evidente la consaguinedad no es tan sencillo que pueda ocurrir a no ser que sea inducida por el mismo apicultor con fecundación manual!