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No es un accidente que las abejas se enjambren, tampoco lo es que la reina inicie su postura agresiva o que las abejas asuman roles muy específicos dentro de la colmena; todo se debe a la presencia de hormonas y feromonas que, en su momento llegan para incitar y llevar a las colmenas a las condiciones adecuadas dentro de parámetros específicos.
Las abejas tienen glandulas endocrinas que generan hormonas y estas, solo afectan al individuo que las produce. Al contrario, las feromonas son substancias químicas que generan cambios, reacciones, acciones, efectos que afectan individuos y grupos tanto del mundo vegetal como el animal.
Ambos, las hormonas y feromonas, son agentes químicos que son portadores de mensajes específicos. Estos compuestos químicos son producidos en pequeñísimas cantidades pero, tienen un efecto gigantesco y profundo en el esquema “individuo y grupal” de la colmena. Sus efectos pueden ser inhibitorios o estimulantes y en muchos de los casos, sus efectos son múltiples.
La larva de la abeja, tiene reacciones importantes totalmente dependientes de las hormonas que produce durante su etapa larvaria; su desarrollo, crecimiento y metamorfosis depende de la Glándula Protorácica misma, que solo se presenta en las abejas en estado larvario y no después de que emergen de la celda. La larva de la abeja también tiene dos glandulas la Corpus Cardaica cuyas funciones se desconocen, pero para la otra, la Corpus Allatum, se sabe que produce una importante hormona llamada “Juvenile Hormone” o (JH) en corto. La “JH” controla el desarrollo de la larva y pupa, en los adultos controla o detona las funciones y roles que estas llevaran durante su vida adulta.
Durante el desarrollo de la larva, se produce el exosqueleto o esqueleto externo que protege los órganos vitales y estructura total de la larva. En los insectos, el esqueleto exterior o exoesqueleto, o arreglo que permite un diseño capaz de llevar la capacidad de integridad estructural del mismo, no crece junto con o al ritmo que se desarrolla el insecto y es por ello, que en cada determinado tiempo, es necesario desecharlo por otro más grande. Eso pasa en la larva de nuestra abeja 6 veces en etapa de larva pero, en su etapa de adulto ya no, puesto que ya no existe el crecimiento y desarrollo masivo. Estos importantes cambios son totalmente regidos por hormonas generadas en el cerebro de la abeja y transmitidos por la hemolinfa o sangre de esta. Esta complicada función de la epidermis de la abeja que permite una secreción para crear el exoesqueleto, y otra para mantenerlo fijo pero no pegado, su expulsión y remplazo durante el estado larvario, y la creación de un exosqueleto de mayor densidad y fijo, está regido por hormonas.
Las feromonas rigen funciones diarias y cotidianas entre las abejas, desde el pecoreo hasta el tono de agresividad que utilizan para proteger sus recursos y colmena. Rigen sus vidas con la existencia o falta de las feromonas y las reinas son medidas por su capacidad de producir o no feromonas que indican su vigor y salud.
En fin, los agentes que gobiernan una colmena, son tan finos y frágiles, que la mínima presencia de agroquímicos altera definitivamente desde el desarrollo hasta el comportamiento de postura, pecoreo y producción de nuestras abejas.
Existe un método de otoño o finales de verano que arroja buenas reinas y ayuda a incrementar, sin comprar reinas….
Se trata de buscar la reina, tomarla en un porta núcleos con uno o dos bastidores de postura cerrada y uno de miel y dejar tu colmena huérfana. Debido a que la población es excesiva y bien alimentada, las reinas que nacen de una colmena fuerte tienden a ser muy bien alimentadas y fuertes. La reina original seguirá su postura y se recupera para el final del otoño y pasa el invierno con buena población. La reina nueva no tiende a enjambrar el siguiente año y su vigor se ve reflejado en la primavera.
El único problema es asegurarse que los zánganos que se aparearan serán de buenas estirpes y no africanizados para los que nos gustan las abejas dóciles, si tu preferencia es la abeja africanizada por su buena conducta higiénica y alta producción, además de que tu bolcillo así te aconseje, este método funciona bien.
Va a existir un periodo sin postura y por lo tanto, mayor proporción de abejas pecoreadoras y mayor producción por ende. También se “quiebra” el siclo del Varroa durante ese periodo y será benéfico para tu población en general durante el invierno.
La ganancia es un núcleo con tus reinas viejas que mitigara la perdida natural de colmenas durante el invierno, colmenas fuertes con reinas nuevas y vigorosas para iniciar la primavera, enjambrazón mínima porque las reinas nuevas tienden a no enjambrarse y control del Varroa de forma natural para la población de invierno.
El pillaje es en esencia, la falta de habilidad de la colmena de poder defenderse, la superioridad de números entre las colmenas atacantes y las atacadas, o la falta de percibir el problema hasta que ya es demasiado tarde…
Dentro de la colmena, tenemos muchos roles, y uno de los más importantes en las épocas de sequía o falta de flujo de néctar, es el papel de la abeja vigilante, la que cuida, la que cuida o alerta en la piquera de la colmena. ¿Pero, como es que se reconocen o que es lo que reconocen las abejas vigilantes en las abejas que retornan?, ¿de qué forma identifican entre una abeja pilladora o ratera, a la abeja que perteneciendo a la colmena, después de pecorear llega a la colmena? -el por su olor.
El sistema utilizado para reconocer miembros de la misma colmena es extremadamente importante para la sobrevivencia y para mantener la integridad y seguridad de familia de esta. Las abejas guardias, en el momento que llegan o regresan las abejas pecoreadoras a la colmena, tocan con sus antenas y lengua, a las abejas entrantes o el rastro que dejan con sus patas, y con ello, identifican entre las invasoras y las de casa. Existen tres elementos de los muchos, que destacan como complejos identificadores; las feromonas de la reina, los complejos compuestos de la cera, y los rastros químicos de las flores y sus néctares que visitan las abejas en sus vuelos.
La cera, es un poderoso atrayente y almacén de compuestos químicos; malos y buenos, y es en la cera que estos y muchos más elementos se conjugan y almacenan para otorgar a la colmena, su olor específico y original, y es en la cera donde está la enorme capacidad de retorno seguro o una insegura reintegración. La cera, transmite como una batería de energía, todo lo que la abeja toco y trajo a la colmena y así como almacena los olores de las flores, los compuestos químicos de los propóleos y mieles, almacena también los venenos y agroquímicos que matan y desorientan las generaciones por venir.