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Como si fueran pocas las anomalías, enemigos naturales, nuestra ignorancia, falta de material informativo, ácaros, escarabajos, etc.; nuestras abejas luchan contra un gran poderoso formidable enemigo de mil cabezas; la apatía y compadrazgo de las agencias reguladoras de substancias químicas que son utilizadas en el agro mexicano.
No es un secreto que las abejas están en grave peligro de extinguirse, tampoco el mundo entero ignora el hecho que cada año, muere más del 30% de las colmenas y que esto representa un reto para el apicultor, y su sobrevivencia, está colgada de un hilo debido a las grandes pérdidas sufridas. Cualquier persona, entrenada o no, puede llegar a un expendio de pesticidas, venenos, o químicos y si tiene el dinero para hacerlo; puede adquirir cuanto químico pueda y quiera comprar; sin ningún impedimento más que su conciencia –si la tiene.
El agro mexicano necesita combatir plagas; es una necesidad. El campo necesita de las abejas; es imprescindible su presencia si queremos producir alimentos de la forma que se producen. El problema es que se debe de regular el uso de estos pesticidas, su producción, y diseño.
Fue en 1881 la primera vez, que un apicultor reporto y sufrió pérdidas de colmenas por el uso de pesticidas, el, con sus propias manos, se llegó a un árbol de ciruelo, y con el afán de extinguir una plaga, trato el árbol con un producto a base de arsénico. Fue en el año de 1940 cuando F.R. Shaw, con su libro “Bee Poisoning; a review of the more important literarure. Journal of Economic Enthomology” aglomerando un historial de matanzas de abejas con diferentes tipos de pesticidas de la época; logro la concientización de productores y diseñadores de químicos que afectaban las abejas. Dentro de sus ponencias, debemos recalcar dos que marcaron o deberían de haber marcado la historia apícola; las substancias o pesticidas a base de sulfuros, no era tan dañina a las abejeas, y el polen contaminado es el que mata; el néctar contaminado no. ¡Caracoles! Como el néctar y el polen son la dieta básica de las colmenas, y como las plantas por diseño básico, exponen su polen de tal forma que si la abeja quiere el néctar, tendrá que tocar los órganos productores de polen primero, para poder llegar al néctar. El néctar, no es necesario para la reproducción de ninguna planta, pero el polen sí. Entonces, Dios en su gran sabiduría, doto a las plantas del atrayente, el néctar, para que las abejas, al buscar el endulzado alimento, y en el intento de allegarse a él, pasen sus magnéticos pelitos y atrayendo el polen, lo lleven e intercambien de flor en flor para así, permitir la polinización. Y para el mundo entero, esta polinización hace posible los alimentos más baratos, de mejor calidad, y es posible su producción de forma industrializada. Para el apicultor, significa que podemos cobrar por los servicios de polinización, y en su paso, podemos recolectar miel, y las abejas se fortalecen con el acopio de polen y néctar.
La utilización del arsénico como base en los pesticidas, fue rampante hasta que la destrucción de las abejas fue tan evidente, que en el estado de Nueva York, en 1948 se lanzó una ley que penalizaba la fumigación con venenos o substancias venenosas utilizadas en los árboles en flor, l o la alfalfa o trébol floreciendo. Esta ley, aunque efectiva y parteaguas en el ámbito ambiental, fue inefectiva por una simple razón; la era del arsénico llegaba a su fin, y la era del DDT iniciaba. Otra de las observaciones que Shaw hiciera, era el hecho que el veneno, cuando se aplica en estado de polvo o en forma seca; afecta mas a las abejas puesto que el veneno se aloja en las flores, como forma de polen, y es rápidamente consumido por estas y llevado directamente a la colmena donde debido a su forma de utilización; las abejas mueren de una forma efectiva.
Aunque los insecticidas no atraen a las abejas en sí, estos, al alojarse en el Androceo o Estambres, antera y filamento, Gineceo, estigma, estilo y ovario, permiten que cuando la abeja busque el nectario, esta, se llene de polen y pesticidas. Mucho se ha hablado de mesclar a los insecticidas, un repelente contra las abejas pero sin éxito. Por muchos años, la utilización del DDT fue fenomenal, los resultados contra las plagas y abejas fue increíble, y en aquellos tiempos, la arrogancia del humano y su carrera de productividad y progreso, empañaba su conciencia de protección al medio ambiente; era el DDT el que sería culpable de la extinción de muchas especies de aves, y la aniquilación de ecosistemas completos. Fue en el año de 1973, que con bases científicas, el departamento de protección al medio ambiente de USA –EPA, abolió el uso del DDT. Las grandes empresas agroquímicas, al verse “atacadas” en USA, tan solo emigraron a nuestros países tercermundistas, donde la soberbia, ignorancia y tolerancia en favor de los industrialistas y todo el poder que su dinero puede comprar; aún se produce.
La universidad de Riverside en California, publico el documento de los profesores E.L.D. Kellum y K.W. Adkins, llamado “Reducing Pesticide Hazards to Honey Bees.” en este documento, los rukos decían que de los pesticidas comúnmente utilizados en la agricultura en esa época; “la mayoría de los pesticidas no son peligrosos para las abejas. En la lista reciente que cataloga la toxicidad de 399 pesticidas sobre las abejas, y derivado de 30,000 pruebas, el 20% son altamente tóxicos, el 15% moderadamente tóxicos, y el 65% son relativamente tóxicos o no tóxicos para las abejas.” -Bonita babosada - Como si cualquier porcentaje por más bajo que sea, es aceptable, ¡por favor!
La práctica e utilización de los agroquímicos, es y será siempre una necesidad para un pueblo que quiera producir alimentos con costos accesibles a las masas. Lo que tenemos y que se debe de corregir, es el uso de pesticidas agresivos contra las abejas, los sistema de aplicarlos que afectan con mayor incidencia a estas; y la mala educación de los que al utilizarlos, aceleran la mortandad o daños colaterales que al tratar de matar plagas dañinas a los cultivos, terminan matando todos los insectos –incluyendo las abejas.
Se ha hablado mucho y por mucho tiempo, de la “desaparición misteriosa de las abejas”, que las abejas han sufrido hasta un 45% de promedio en mortandad en los inviernos. Yo no creo que nadie sepa, no creo que de tenerse la voluntad de las naciones enteras, no puedan encontrar respuestas a esto. Yo, como forma de experimento, instale colmenas donde la agricultura industrializada no se da; los campesinos a duras penas tienen dinero para la semilla y fertilizante, y casi nadie cubre los campos con insecticidas. La mortandad ahí, casi no se da de la forma tan abundante como se da en los lugares donde se utilizan los agroquímicos de forma indiscriminada. Yo estimo, que las empresas fabricantes de agroquímicos conocen las causas del CCD o “Colony Colapse Disorder” como se le dice en USA; y la causa son ellos.
Pero, ¿qué hacemos como sociedad apícola? Si estamos proponiendo que se eliminen los agroquímicos; ¿estaremos dispuestos a que los precios de los alimentos se disparen al doble o al triple? Estaremos dispuestos a retirar las colmenas de las zonas con alto índice de utilización de agroquímicos, ¿y trasladarnos a lugares más benignos y más amigables para nuestros animalitos? Yo creo que la respuesta que todos buscamos deberá de estar basada en la utilización moderada, regulada, inteligente, estudiada y además con una concientización dentro de un margen de instrucción forzada, para todos aquellos que utilicen los agroquímicos.
En los años 60s, en el estado de California, se implementó la fumigación a base de agua, y nocturna, como una forma de no matar tantas abejas. El estado de California, produce más vegetales, frutas y verduras, que ninguna nación en el mundo, y lo que ahí se ha aprendido, e implementado, debería de ser ejemplo para nuestra nación. Los pesticidas se acumulan en el polen que las abejas no solo consumen, pero acumulan para cuando no exista –el invierno. Durante el verano, la postura de la reina se adapta a las necesidades, y le es fácil recuperar la cantidad de abejas necesarias para una colmena fuerte; en el verano, la mortandad que causan los pesticidas, no es tan notorio, si la contaminación no es brutal. Pero, en el invierno, la abeja reina que depende de la cantidad de néctar que esta entrando, el polen que esta siendo almacenado, al no ver los recursos que están entrando en las cantidades apropiadas; deja su postura o casi la evita. Solo pone los suficientes huevecillos para mantener la cantidad mínima requerida para mantener el nido. Es ahí, donde mi teoría esta basada; los pesticidas que se alojan en el polen, al ser mesclados –las abejas mesclan los diferentes tipos de polen y los mastican en papilla para alimentar la larva, y para la su propia alimentación arrojan mesclas que son extremadamente malignas para la colmena. Un ejemplo de esto es la sal, esta, en su nombre químico, se llama Cloruro de Sodio y su fórmula es NaCI. La sal, históricamente es el primer compuesto químico que el hombre reconoció como necesario, y es la única roca que el humano integra en su dieta. Fue tan importante –y sigue siento, que en la antigüedad, se pagaban los impuestos, los salarios – palabra derivada de la palabra sal– y hasta las economías eran movidas por la posesión de la sal como si fuera moneda o tesoro. Los dos elementos que la componen, los átomos de cloro y sodio, por si solo serían veneno en nuestro sistema, pero, combinados, son una necesidad para nosotros. Yo no soy químico ni pretendo conocer a fondo ninguno de los procesos y propiedades de los elementos, pero, no se requiere mucho conocimiento para entender que las abejas al colectar polen de muchos diferentes lugares, al mesclar el polen con la cera que ellas mismas producen, encapsulan los componentes químicos que ahí se depositan, y se llevan una mescla que en su momento, se volverán a mesclar adentro de la colmena, y en condiciones críticas, será consumido. Ya ahí, en invierno, cuando la población está prácticamente estática las abejas, habiendo sellado la colmena, se exponen a los gases y substancias que estos pesticidas, agroquímicos, y demás porquerías, producirán. NO señores, no es CCD, no le hagamos al cuento ni nos dejemos engañar más por nuestra propia ignorancia y con la idea de siempre estar esperando que alguien más resuelva nuestros problemas. Los pesticidas están aquí para quedarse, y nuestras abejas deberán de ser atendidas por nosotros en forma proporcional a las medidas sistemáticas tales y como se aplican los pesticidas. Yo me pregunto qué harán los agricultores o fruticultures, cuando todos nosotros ya sin temor, nos alejemos de los lugares que son tratados con negligencia, yo me pregunto qué precio podemos dar a nuestras colmenas para que polinicen lo que ellos necesitan, yo me pregunto cuántos utilizaran mejores prácticas para atraer apicultores, yo me pregunto si irresponsablemente continuamos buscando que el papa gobierno nos solucione todo. Ya les hemos echado la culpa a nuestros gobiernos y gobernantes de todos nuestros problemas, y de ellos queremos que emanen las soluciones a estos, y cuando no funcionan; se los echamos en cara. Qué posición más cómoda tomamos; es una irresponsabilidad el no entender que como humanos, como sociedad apícola, nosotros tenemos las respuestas a nuestros problemas. Eres tú, quien decide tu destino, eres tú, el que indicia a cambiar el futuro; ¡hoy!. Este es tu primer día de tu encuentro con el porvenir; actúa con responsabilidad, con justicia y honestidad siempre, que los malos siempre reciben su merecido por leyes divinas, más allá de todo nuestro entendimiento. Todo lo que se siembra; ¡se cosecha!
Sembremos paz, sembremos armonía, sembremos la semilla de un buen amanecer y un próspero futuro.
Ya no busquemos culpables, víctimas y victimarios; tomemos nuestro futuro en nuestras manos, y hoy, iniciemos con los cambios que nos llevaran a un mejor futuro en nuestras colmenas y fruto de nuestro trabajo.