Cuando una abeja sale de su colmena, en busca de néctar, polen, agua u otra cosa, su comportamiento se adapta a las condiciones presentes, aun cuando estas, hayan cambiado radicalmente ya sea por cambios climáticos o movimiento de las colmenas. El comportamiento amplio y elástico, plástico, moldeable de las abejas, es una de las razones que, aun después de ser aniquiladas en zonas como la región Primoski, Inglaterra, y otros lugares, regresan adaptadas a los paradigmas que las afligen. Los ajustes que las abejas hacen en su búsqueda de recursos, es solo una muestra de los “ajustes” y adaptaciones de la colmena que, como un “super-organizmo” realiza para asegurar su adaptación y con ello; su sobrevivencia. Muchas especies de insectos tienen ecosistemas específicos y hasta únicos para el desarrollo de esa especie. En las abejas, su enfoque puede adaptarse de una flor a otra, de colectar néctar de una cubeta a robarla de otra colmena –el ajuste de estrategia y respuesta colectiva de forma casi inmediata, les da ventaja de adaptabilidad y sobrevivencia pero, también permite que las infecciones y plagas que afectan y aniquilan una colmena, sea compartida por la respuesta colectiva de generar y colectar recursos en ellas. Las abejas consumen un gran sinnúmero de néctares y habitan otro gran espectro de regiones, alojándose en lo que se pueda adaptar a sus necesidades. La evolución de adaptación en las funciones diarias, y el historial de adaptación a las grandes pérdidas sufridas a través de la historia, me hacen pensar que las abejas se adaptaran a cualquier cosa, menos las causadas por el hombre. Se adaptaran a todo, pero no si el horizonte está ausente de floración melífera. Sobreviran duros inviernos, siempre y cuando en sus ceras no acumulen los agroquímicos que les afectan. Retomaran el vuelo y se propagaran, pero solo si sus reinas son fecundas y con diversidad genética. La inercia y necesidad de sobrevivencia, está impresa en su estructura molecular para adaptarse a las condiciones locales y son capaces de adaptarse de un hemisferio a otro, pero es precisamente esa inercia que permite transportar nuestras colmenas de un estado a otro, comprar reinas de un hemisferio diferente y que estas se adapten, es precisamente esta adaptabilidad, que las hace susceptible para transportar paracitos y problemas. En un pasado, las enfermedades mataban localmente o por zonas, y las poblaciones retornaban poco a poco, pero con la rapidez de nuestra forma de vida, los medios de transporte y capacidad de comunicación; tenemos en nuestras manos la enorme capacidad de transferir las enfermedades, ya no solo en zonas pequeñas sino en el mundo entero – y ahí radica el problema. Si queremos sobrevivir como industria, todos, tenemos la responsabilidad de co-existir y no solo el explorar con el medio ambiente. Un apicultor que no practica la reforestación, es tan solo un sicario y saqueador del ecosistema. Si queremos prosperar, tenemos que adaptarnos a los vaivenes de esta actividad; tendremos que ser tan flexibles y plásticos como nuestras abejas…
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