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¿Y porque negarlo?, el amor entre las abejas y el hombre existe desde muy temprano en la historia de la humanidad. Nadie sabe con exactitud quien le coqueteo a quien, pero los vestigios del amor entre ambos han quedado plasmados desde hace más de 9,000 años atrás. En la tumba de Tutankamon se encontraron vasijas de miel que el faraón, en aquel entonces un Dios entre los habitantes del mundo conocido. Nadie sabe a ciencia cierta la razón de que la miel existiera en el inventario de objetos y alimentos que según la creencia Egipcia, las almas necesitaban para llegar a su destino final. La miel en ese entonces era más que un alimento o medicina, era una conexión entre la vida y la muerte, entre el mundo de los vivos y el mundo del mas allá; el mundo que nos espera a todos. Los Mayas también le daban enorme importancia a las abejas, y eran estas, quien determinaban las estaciones, tiempos y más; eran el compás que llevaba la armonía de la vida cotidiana. En muchos de los restos de vasijas y vasos del mundo Neolítico de Europa y el norte de África, la cera ha sido encontrada en los fragmentos y piezas completas, donde se utilizaba para sellar la porosidad de aquellos objetos de barro y poder utilizarlos. La cera no era solo utilizada para esto, sino que era un importante ingrediente para la elaboración de velas ceremoniales, cosméticos, rituales, propiedades curativas y mucho más. La relación del hombre con las abejas y sus inicios, es aun todo un misterio para la historia. El hombre primitivo aprendió a sobrevivir con recolectar frutos y con la cacería, y se cree que observando algún animal que comía miel, este, encontró la forma de también obtener los productos de la colmena de las colmenas silvestres. Es muy probable que al llevar las pencas a sus cuevas y aldeas, los olores y feromonas, hayan atraído enjambres que, estableciéndose cerca de las aldeas o en las mismas chozas, hayan encontrado la forma de co-existir con el hombre. En descubrimientos recientes, el profesor de arqueología de la Universidad Hebrea, Amihai Mazar y Eleazar L Sukenik, revelaron que habían encontrado vestigios del primer apiario en la historia de la humanidad localizado en Tel Rehov del valle Beth Shean. Este apiario data del 10º al 9º siglo antes de Cristo. Aunque se encontraron solo 30 colmenas completas, se encontró vestigios de que en el lugar se contaba con más de 100 colmenas en su momento. Las colmenas eran hechas de paja y barro no cosido, y tenían 80 centímetros de largo, por 40 centímetros de diámetro. Los cilindros estaban herméticamente cerrados y con una piquera hacia el frente, y una puertezuela fija de barro hacia atrás, por donde se sospecha que el apicultor cosechaba y trabajaba sus abejas. Se calcula que ese apiario únicamente producía más de media tonelada por año. Las colmenas de las culturas Helénicas y Romanas, fueron en vasos o cantaros de barro cocido y fueron establecidas mucho más tarde al periodo que de las Hebreas. En los sitios arqueológicos Egipcios, se han encontrado bajo relieves que apuntan este tipo de apicultura, donde la extracción de miel era de cilindros sobrepuestos unos arriba de otros en apiarios industriales, tal y como los encontrados en Tel Rehov. Este tipo de apicultura fue practicada en diferentes culturas árabes y en diversas partes del mediterráneo, no solo para la obtención de la miel como endulzante, sino por las propiedades medicinales y valor para celebración de cultos. La cera fue utilizada para la fabricación de objetos de metal y la industria de las pieles y la escritura de mensajes en tablas cubiertas de cera. En la biblia moderna, se habla de la miel en 55 lugares, y en muchos, se hace la imagen y descripción de la tierra de Israel como la “tierra donde fluye la leche y miel” La miel que se producía en el desierto, puede bien haber sido mieles de néctar de dátiles e higos y una de la menciones más conocidas de las abejas que se encuentran en los manuscritos bíblicos, es cuando Sansón, profeta y hombre dotado de grandes poderes y fuerza, encontró una colena en el cuerpo de un león que el mismo había matado anteriormente. El segundo caso documentado, es cuando el hijo del rey Saúl, el príncipe Jonatán llena su mano de miel en penca durante la batalla de Miksmash. La industria de la miel, alcanzaría grande importancia en las culturas antiguas y fue altamente productiva cuando se construyó el primer templo de Israel. Pero no todo era una adoración al Dios Yahvé, en el apiario descubierto, encontraron figurines de una diosa de la fertilidad y otros objetos ajenos al culto a Yahvé, haciendo palpable que la miel era parte de rituales y creencias más allá del paladar. Utilizando la técnica del Carbono 14 aplicada en cera y polen ahí presentes, se determinó la antigüedad del apiario, al periodo de los reinados del rey Salomón y su hijo después de él. Una vasija para almacenar miel encontrada ahí, tiene la dedicatoria a Nmsh, a quien también se le han atribuido vasijas meleras dedicadas a él, pero provenientes de otros lugares. El nombre “Nimshi” es del padre y abuelo del Rey Jehu, fundador de una dinastía de reyes hebreos. Se supone que esta dinastía del Rey Jehu, eran o provenían de una familia dedicada a la industria de la apicultura, originarios del Valle Shean. No sería sino hasta los 1800 que el Pastor Lorenzo Langstroth inventando el equipo que hoy en día utilizamos, hiciera fácil la manipulación de las colmenas al grado y precisión que hoy en día tenemos. El concepto básico de Lorenzo Langstroth, consiste en 8 o 10 bastidores que son abastecidos de cera estampada por el apicultor, para facilitar –según la creencia, facilitar la producción de miel y el crecimiento rápido. La abeja obrera, produce cera en sus glandulas que se encuentran en la parte baja del tórax, y con ella, produce las paredes y celdas de las pencas donde almacenara polen y néctar, la reina pondrá huevos y tendrá su cría, y donde nacerán todas sus hijas. Lo genial de la innovación de Lorenzo, fue que todo era intercambiable, permitiendo al apicultor manipular, agregar, quitar, cosechar, multiplicar y transportar abejas sin problemas. La migración y transporte de las colmenas, fue posible gracias a Lorenzo, porque antes de su diseño no se tiene recuento de ese estilo de apicultura.
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