Las abejas tienen múltiples enemigos, entre ellos, los más distinguidos trúhanes son; la mala nutrición, los agroquímicos, patógegnos, parásitos y sobre todo; el mal manejo derivado de la ignorancia del apicultor. El apicultor, muchas veces fracasa pero, simplemente por falta de técnicas concisas en manejo y explicitas en teoría.
La Apis mellifera tiene un sistema natural de inmunidad individual y un sistema de defensas colectivas que involucran la conducta y que juntos, proveen a la colmena de salud y productividad para el apicultor.
Pero para la salud de la colmena, las abejas cuentan con un poderoso y muchas veces menospreciado aliado; el propóleo.
Como es sabido de todos nosotros, el propóleo que encontramos en las colmenas proviene de la recolección de resinas vegetales que las abejas utilizan para muchas funciones de sobrevivencia y salud adentro de las colmenas. Para las abejas, el uso del propóleo tiene valores estructurales, de defensa física (taponean agujeros indeseables), pegan elementos, estabilizan seres vivos en potencial descomposición, controlan las corrientes termodinámicas que balancean la termorregulación de la colmena, pero ahora sabemos mucho más del propóleo que es más alla de lo que generalmente le atribuimos.
Ahora existen nuevos estudios que indican la importancia y beneficios del propóleo en el sistema inmunológico de las abejas, valor terapéutico contra los patógenos, paracitos y enfermedades –y como el propóleo altera y mejora la jalea real y miel con su presencia. Esa presencia de propóleos en el pan de abeja, la jalea real y la miel que consumen las abejas, tiene un efecto desintoxicante directo y como detonante biológico de desintoxicación interna.
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