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La abeja obtiene miel, con el único objetivo de proveer para sí mismas alimento y producir reservas para sobrevivir cuando no existe el alimento debido a los inviernos, ciclos de lluvia, floración temporal, etc. Lo que nosotros llamamos “cosecha”, es básicamente el robo controlado de las reservas que ellas tienen, y que con un manejo inteligente de nuestra parte, hemos logrado conservar la salud de las abejas, y las ganancias en nuestros bolcillos. Con este robo controlado e inteligente al que llamamos producción, hemos entendido que podemos remplazar su miel por azúcar, que aunque no sea muy beneficiosa o de grandes cualidades nutricionales, es en sí un carbohidrato que ellas necesitan, que aunado con el polen natural o proteínas de remplazo, –otro de los logros del apicultor para optimizar tiempos, ciclos y cosechas, logramos una armonía con nuestros contribuyentes, podemos coexistir y trabajar con nuestros animalitos de forma productiva. Pero, no nos pongamos románticos en esto y antes de que me linchen pongamos las cosas en su lugar; las abejitas por ser tan tremendas trabajadoras, y por ser guerreras incansables, producen más de lo que consumen, y de esto es lo que nosotros aprovechamos. En la naturaleza, y si se les deja “ala naturale” -no es vocablo ni sé que significa, pero suena bien– o sea, si les dejáremos sin intervenir, ellas, al ser exitosas y obtener grandes reservas, ven su éxito como la señal que inicia todo un proceso de preparación para expandir sus dominios y entonces; se enjambran y crean más reinas, que a su vez crearan más abejas, y a su vez crearan más colmenas, y a su vez tendrán el éxito en esa misma zona que tan productiva nos ha salido, y a su vez cambiaran y aprovecharan el lugar, y la sanidad del ecosistema será beneficiado con el divino insecto…. Uf, que rollo!!! Nuestras inteligentes observaciones, y resultados derivados del gran potencial racional que tenemos, nos han llevado a un equilibrio de fuerzas. Con nuestra intervención, hemos logrado controlar el instinto de enjambrarse, a través de las cosechas o robo del recurso ajeno, y con los enjambres artificiales que nosotros mismos creamos llamados núcleos; las divisiones o incrementos en nuestros apiarios nos dan un crecimiento que aprovechamos ya sea para crecer o para vender. Yo sé que muchos queremos ser apicultores, y unos cuantos somos api tontones, pero, esta información es, a mi punto de vista, necesaria darla a conocer, y ponerla en perspectiva al razonamiento biológico y en concordancia con nuestro limitado conocimiento del complicado mundo de las abejitas y sus ciclos de reproducción y aprovechamiento de los recursos disponibles. En fin, como decimos en el norte; la estoy haciendo mucho de toz. La abejita nueva, después de dos semanas de estar cumpliendo con tareas cotidianas y domesticas adentro de la colmena, se le recluta para que inicie sus vuelos al exterior, con el fin de recolectar néctar; ella ya es una abeja obrera en el momento que cruza la piquera. La complejidad de la comuna es tal, que todavía no la entendemos en su totalidad. Cuando una obrera trae el néctar recolectado de las flores, lo entrega a unas abejas especialistas en el transporte y distribución de los néctares, propóleos o polen. Este ritual se puede repetir una y otra vez entre ellas, se pasan el néctar a través de sus lenguas –que más bien son popotes– y no es en si la recepción de alimentos lo que está sucediendo que es lo más importante dentro de este ritual, es la comunicación de eventos, inventario de producción, evaluación de recursos y mucho más información que las abejas utilizaran para determinar postura, continuidad de construcción con cera, creación de celdas reales, etc, - los que saben mucho le llaman a esto, la “trofalaxis”. Yo le llamo “El chismorreo de la colmena” Derivado de lo que ellas reciben en conjunto, la información recibida a través de todo este proceso; controla la asignación de funciones de cada abejita. La obrera llevara su función de recolección de néctar por el resto de su vida. Se lanza al vuelo en cuanto la luz del día lo permite, vuela incansablemente de flor en flor, recogiendo y llevando constantemente el néctar a su colmena y no es hasta que el sol se oculta, que la abejita deja de recoger el tan preciado alimento. El néctar recogido, tendrá aproximadamente un 83% de agua, y un 17% de sólidos, y en la colmena, y con la ayuda de potentes alas, las abejas transforman el néctar en miel; lo convierten en 83% solidos, y 17% agua y en ese momento, ya que la miel está madura y libre de humedad excesiva; se cierran las celdas con cera. Trato de hacer estas pláticas lo más sencillas que me sean posible, pero eso no le quita que el proceso sea exageradamente más complicado que lo que yo relato. Estas lecciones tienen como objetivo orientar y educar al que inicia y nada más. Más adelante, y cuando tengamos un conocimiento más amplio, nos meteremos a cada uno de los procesos con bastante información. La miel es pues, el néctar que teniendo un gran contenido de humedad –hasta el 83%, es secado para que al momento de alcanzar totalmente lo opuesto, el 83% de sólidos, la abeja lo considere miel y la opercula dentro de las celdas.